2.1 Género y tecnologías
Los debates y el interés por las relaciones, condiciones y condicionados del género con la ciencia y la tecnología no son nuevos y se remontan y se expanden, básicamente, a partir de los años 701. Sus inicios provienen, sobre todo, de los movimientos sociales de mujeres, de la preocupación general por sus diferentes posiciones profesionales, y las condiciones de desigualdad y discriminación que las caracterizaban (Wajman: 1991).
Existe, pues, una larga literatura que muestra el papel de las mujeres en la ciencia, el carácter inherentemente patriarcal de la ciencia occidental o las necesidades de incorporar los valores de las mujeres en su estudio y evolución (Wajman; 2001). De todos modos, aun cuando hace falta situar el inicio del interés por la relación entre el Género y la Tecnología en el estudio del Género y la Ciencia, actualmente, hay suficiente literatura que, exclusivamente, se refiere al ámbito tecnológico, como para colocar el punto de partida de esta investigación en las referencias dirigidas al estudio de tecnología y su relación con las cuestiones de género.
2.2 El feminismo, los estudios de género y la aproximación a las tecnologías>>>
Del esencialismo a las diferencias individuales>>>
La primera literatura feminista en relación a las tecnologías, que como se ha comentado se remonta a los años 70, se dedicó a intentar explicar el dominio histórico de los hombres sobre las máquinas y la permanente subrepresentación de las mujeres en los campos científicos y tecnológicos. Esto devino una potente crítica al determinismo tecnológico, imperante hasta entonces, que presentaba las tecnologías como algo desatado, sin influencias y sin impactos, de lo social, y por lo tanto neutral y asocial.
Los primeros estudios feministas de las tecnologías parten, de una parte, de enfoques esencialistas, que tienden a explicar la subrepresentación de las mujeres por diferencias biológicas y muestran una profunda tecnofobia, o bien, por otra parte, de aquellas aproximaciones que se focalizaban en el carácter patriarcal de la tecnología considerándola como un dominio masculino imparable y discriminatorio para con las mujeres. De este modo se potenció, de alguna manera, un planteamiento pesimista del papel de la tecnología en la conformación de la estructura social y del género que dominó buena parte de la literatura feminista en relación a las tecnologías hasta décadas más tarde (Wajcman; 2006).
Merece la pena pararse a revisar las diversas perspectivas que se han ido construyendo para explicar la baja participación de las mujeres en las tecnologías para entender el desarrollo teórico posterior.
Estas perspectivas comprenden, de una parte, la esencialista, que como ya se ha apuntado explica la baja participación de las mujeres en el mundo tecnológico por causas biológicas que predeterminan las diferencias entre hombres y mujeres2. Por otra parte, y posterior en el tiempo como reacción a esta, fue tomando fuerza la perspectiva constructivista que enfatiza la construcción social de las tecnologías como un dominio masculino y por lo tanto destaca las fuerzas sociales en vez de las biológicas como determinante de estas diferencias entre géneros3.
Ambas perspectivas, pese a tener varias escuelas y corrientes, tienden a ver el género y la tecnología como algo fijo y a asumir que existen diferencias entre hombres y mujeres ya sea por causas psicológicas, biológicas o sociales.
Finalmente, en emergencia y desarrollo, la perspectiva individualista, que se focaliza en las diferencias individuales entre las mujeres y encuentra las causas de la baja presencia de las mujeres en el mundo tecnológico en cada contexto concreto e individual que forja la identidad de cada mujer, su desarrollo profesional y sus respuestas a estas influencias contextuales (Trauth, Quesenberry and Morgan; 2004).
De acuerdo con esta perspectiva de las diferencias individuales, tanto el género como las tecnologías se construyen social y culturalmente pero a un nivel individual. Esto hace que, a la vez, se cuestione la visión del género como algo fijado, como compartian las perspectivas anteriores, focalizándose en las similitudes entre hombres y mujeres, en cuanto que individuos, y remarcando la diversidad que hay también en el género, y en relación a las mismas tecnologías.
2.3 Feminismo, tecnología y género>>>
neutralidad/parcialidad>>>pesimismo/optimismo
Aun cuando la mayoría de las teorías feministas comparten la asociación entre tecnología y masculinidad, existe divergencia con respecto a las causas que explican esta asociación (Hodkinson; 2000).
Las teorías próximas al feminismo liberal, que asumen que la tecnología es neutral respecto el género, creen que la masculinidad de las tecnologías es algo que tiene que ver con la imagen que se tiene de las tecnologías, pues la mayoría de personas que trabajan con ellas son hombres, la mayoría de profesores son hombres y también los que las estudian. Una de las preocupaciones principales que tienen las feministas liberales es la de documentar la ausencia y presencia de la mujer en la historia del desarrollo científico-tecnológico, explicar esta situación y proponer estrategias institucionales y educativas para una incorporación más plena de la mujer en estos campos (Pérez Sedeño, 1998a).
El punto de vista, con el tiempo, se fue desplazando de las mujeres excepcionales al modelo general de participación de las mujeres. Documentar y explicar el limitado acceso de las mujeres a las instituciones y carreras científicas y técnicas va a pasar a convertirse en la preocupación básica. Muchos estudios identificaron barreras estructurales que impedían la participación de las mujeres analizando y poniendo de manifiesto aspectos de discriminación de género en los trabajos científicos y tecnológicos (segregación horizontal / techo de vidrio), el tipo de socialización y educación diferenciada que niños y niñas reciben desde pequeños y los estereotipos sexistas que identifican masculinidad con máquinas y las aptitudes por la tecnología y la feminidad con la cura y las relaciones sociales.
Pero desde el feminismo liberal se cree, también, que rompiendo esta imagen y alentando a las mujeres a entrar en el mundo tecnológico se puede acabar con esta dominación masculina. Aun así, la problemática y la responsabilidad de esta rotura recae en las mismas mujeres y, consecuentemente, fuerza a la pérdida de su feminidad cuando, en cambio, no se plantea la transformación de las instituciones o de la misma tecnociencia para hacer frente a este dominio (Wacjman; 2006) y por lo tanto se le asume cierta neutralidad.
Si bien el feminismo liberal ha tendido a tratar la tecnología como neutral en términos de género4, otras perspectivas feministas exponen que la tecnología está “generizada”, o sexuada, y que por lo tanto el género es inherente a la tecnología y no sólo una imagen.
Este sería el caso de la aproximación ecofeminista, la radical e incluso la socialista, que de una u otra forma analizan la naturaleza genérica de la misma tecnología.
Así pues, durante los mismos años 70, pero con un amplio desarrollo posterior, también se iniciaron los planteamientos, provenientes del feminismo radical y marxista, que veían la tecnología “generizada” y marcadamente patriarcal.
Para las feministas radicales, culturales y ecofeministas la propia tecnología encarna los valores patriarcales y por lo tanto comporta la dominación y el control de las mujeres y la natura. Además, esta cuestión se plantea como imposible de erradicar en cuanto que las diferencias de género son biológicas más que construidas socialmente.
De acuerdo con este planteamiento, si bien los primeros movimientos feministas, tendencialmente liberales, celebraban el desarrollo de las tecnologías reproductivas, las feministas radicales, ecofeministas y culturales las rechazaban al verlas como una forma de explotación patriarcal del cuerpo de las mujeres5.
Pero estas feministas contribuyeron a mostrar la parcialidad del desarrollo de las tecnologías y a enfatizar las calidades políticas y patriarcales de la misma tecnología, además de afirmar que las necesidades de las mujeres podían ser muy diferentes de las de los hombres y que las tecnologías no siempre habían estado a su servicio (Wacjman; 2006).
Ahora bien, estas feministas también potenciaron la visión pesimista de las tecnologías y serían tendencialmente esencialistas al considerar a las mujeres como inherentemente cuidadoras y pacifistas, y por estas afirmaciones, han recibido un gran alud de críticas posteriores.
Presentando también la tecnología como algo no neutral, pero mostrando menos pesimismo y rechazando el esencialismo, surgió el feminismo socialista, también denominado feminismo constructivista (Hodgkinson; 2000). Aun cuando también discrepa de las aproximaciones liberales, pues cree en la necesidad de transformar tanto las instituciones como la tecnología existente y rechaza la propuesta asimilacionista liberal. Las teóricas e investigadoras del feminismo socialista relacionan el patriarcado y el capitalismo y centran sus estudios en las cuestiones del mundo laboral y sus desigualdades hasta llegar al análisis de la explotación en el tercer mundo, por ejemplo, en el uso de mano de obra barata para la manufactura tecnológica, así como la atención al trabajo doméstico no remunerado, analizando las incidencias de la tecnología sobre el grado de especialización de género del trabajo doméstico.
Esta perspectiva, como en el caso de las feministas liberales, permitió la posibilidad de cambio, pero en este caso a través de la intervención política (Hodgkinson; 2000).
La aproximación socialista, además, afirma que tanto la tecnología como el género son socialmente construidos y que la misma definición de la tecnología está masculinamente sesgada, pues ha dejado fuera las actividades e invenciones tecnológicas de las mujeres. De este modo se evidencia como lo público y lo privado viven en interdependencia y que las identidades masculina y femenina, más que originarse únicamente como consecuencia de la familia, lo hacen a través de todas las relaciones sociales.
En estos años, pues, finalmente se asumió el papel de aquello social en las tecnologías, en mayor o menor medida, y a la vez, esto mismo también significó una crítica a las mismas ciencias sociales y a su tendencia a obviar los factores tecnológicos en sus búsquedas e intereses (Wacjman; 2006)
Hasta ese momento las aproximaciones feministas al mundo de las tecnologías habían generado un elevado grado de pesimismo respecto al universo tecnológico y no es hasta los planteamientos feministas que se desarrollaron a partir de los años 90 que empiezan a surgir puntos de vista feministas optimistas en relación a las tecnologías. Justo es decir que posicionamientos más de acuerdo con las visiones generales que se tenían de las tecnologías en otros ámbitos6.
Este cambio hacia el optimismo se explica, sobre todo, por el auge y desarrollo de las tecnologías digitales y las nuevas tecnologías de la información y la comunicación y porque, a la vez, se empiezan a introducir nuevos debates y a conformar nuevas disciplinas y enfoques epistemológicos en el estudio de las mujeres y la tecnología que se revisarán tras ver la evolución de los estudios sociales de la tecnología.
Así pues, y como sumario de lo que se ha introducido en este punto, si bien la discusión feminista sobre la ciencia y la tecnología empezó con el reconocimiento y el estudio de la escasez de mujeres en estos ámbitos, a partir de los años noventa, y todavía en evolución, estas discusiones feministas ascienden hasta cuestiones de trascendencia epistemológica. Justo es decir, que pese a este desarrollo histórico, no se constituyen como un proceso de “superación ” y por lo tanto los estudios de exclusión han continuado siendo claves para el análisis sobre género y la actividad científico-tecnológica (Gonzalez y Pérez; 2002).
Estas cuestiones se tratarán más adelante pues se considera necesario hacer una breve revisión de la evolución de los estudios sociales de las tecnologías hasta la incorporación definitiva del género para seguir cierta coherencia cronológica y temática en esta exposición teórica.
2.4 De los estudios de la ciencia y la tecnología a los estudios sociales de la ciencia y la tecnología y la incorporación del género
Durante años, y todavía ahora, en algunos ámbitos en la actualidad el determinismo tecnológico ha imperado en el estudio de las tecnologías. Aunque las tecnologías se presentaban como determinante del cambio de estructuras sociales y factor explicativo de los cambios a la modernidad(Lohan; 2000), este determinismo otorgaba a la tecnología cierto carácter autónomo y con dinámicas exclusivamente internas que, por lo tanto, mostraban a lo tecnológico fuera de control e influencia de la sociedad.
Ahora bien, a partir de los años 80 se desarrollan los estudios sociales de la tecnología que proclaman la perspectiva social respecto a la tecnología exponiendo que las tecnologías se arraigan, también, en lo social (Lohan: 2000).
La aproximación constructivista sitúa la tecnología como una red heterogénea de lo técnico y lo social, y por lo tanto muestra una diferenciación clara respecto al determinismo tecnológico anterior que percibía aquello tecnológico como algo independiente de la vida social, pero que, aun así, podía cambiar nuestras vidas radicalmente.
Aunque en la actualidad se han desarrollado una amplia literatura y una gran variedad de enfoques de conformación social del estudio social de la tecnología (Wacjman: 2006) el término de estudios sociales de la tecnología ha acabado englobando, de forma genérica, las diferentes aproximaciones que se anotarán brevemente y a continuación.
La primera de estas aproximaciones, denominada SCOT (Social Construction of Technology) y desarrollada por autores como Bijker, Hughes y Pinch entre otros, destaca por el esfuerzo por entender la simbiosis entre lo tecnológico y la sociedad. La Construcción Social de la Tecnología enfatiza que los artefactos tecnológicos están abiertos al análisis social no sólo en relación a su uso, sino también a su diseño y contenido tecnológico. Para estos autores las máquinas funcionan si han sido aceptadas por un grupo social suficientemente relevante(Wajcman:2000). Ahora bien, el SCOT, aun cuando abre las puertas a un análisis feminista de las tecnologías también las cierra al no considerar, de manera suficiente, a las mujeres como un grupo social relevante a tener en cuenta para explicar esta interacción.
El ANT (Poststructuralist Actor-Network Theory), desarrollado inicialmente por autores como Callon, Latour y Law, va más allá y considera que lo tecnológico está construido socialmente , mientras que lo social está técnicamente construido, y que por lo tanto se influencian y son mutuamente constitutivos. Según ellos, las máquinas traen con ellas la palabra de quien las ha inventado, desarrollado, producido...e incluso las personas usuarias pueden renegociar y cuestionar los significados y los usos de estas creaciones.
Aunque se acusa a los estudios sociales de la tecnología de intercambiar el determinismo tecnológico por el determinismo social, su desarrollo significó un claro y necesario desafío a las aproximaciones anteriores (Wajcman:2000) además de la inclusión definitiva del elemento social en el estudio de la tecnociencia.
Las aportaciones más relevantes de los estudios sociales de la tecnología han sido, entre otros, la constatación de la existencia de un sistema o red tecnológica que no sólo incluye elementos tecnológicos sino también sociales, económicos, políticos e incluso culturales que determinan, en gran medida, las decisiones innovadoras de futuro y la misma evolución tecnológica que dejará de verse como algo lineal y predeterminado para devenir algo flexible a la interpretación.
Así, desde los estudios sociales de la tecnología se enfatiza el hecho que aquello que favorece un tipo de tecnología respecto a otro no responde a la eficacia técnica, sino, más bien, a un conjunto de circunstancias sociotécnicas y a un conjunto de intereses institucionales (Wajcman: 2006).
Además de estas aportaciones, los estudios sociales de la tecnología criticaron los mismos estudios sociales y la teoría social por su omisión de lo tecnológico y material afirmando que a excepción de determinados estudios, que intentaban ver los impactos de las tecnologías sobre la sociedad, las ciencias sociales no han mostrado el suficiente interés por la tecnociencia y sus determinantes sociales , de forma que han tendido a tratar las relaciones sociales como si fueran algo independiente de la tecnología.
Aún así, y sobre todo en sus inicios, los estudios sociales de las tecnologías mostraron cierta ceguera al género y por ello han recibido buena parte de la crítica feminista que ha hecho contribuciones importantes al constructivismo social. Así pues, desde las aproximaciones feministas se ha trabajado para demostrar que la temática social es también la temática de género y que incluso, la exclusión de algunos grupos sociales, como las mujeres, de la participación en las tecnologías tiene impactos en el desarrollo tecnológico (Wacjman; 2000).
En consecuencia, y finalmente, los estudios sociales de la tecnología han incorporado el género en sus búsquedas, aun cuando según Wacjman, a menudo les ha tocado a las feministas que estudian la tecnociencia demostrar que las relaciones sociales incluyen relaciones de género.
La marginación del género en los primeros estudios sociales de la tecnología, también según Wacjman, se explica por diferentes cuestiones determinantes en estos enfoques sociales, desde la metodología empleada y cómo se entiende el poder, hasta la concentración de los estudios en los procesos de diseño tecnológico. Así, cuando se estudian los lugares, como la manufactura o las oficinas dónde las mujeres están notablemente presentes, o los usos de las tecnologías domésticas, es entonces cuando aparece el género. Pero, y como uno de las mayores recibimientos críticos a estos estudios, si sólo se visualizan las cuestiones de género en estos casos, se potencia la visión de que el género es un elemento clave sólo cuando el sujeto del tema de investigación es la mujer. De todos modos, en los últimos años ha crecido el intercambio entre los estudios feministas y los estudios sociales de la tecnociencia e incluso se ha ido conformando el que se denominaría más adelante el tecnofeminismo7.
Estos estudios han sido pioneros en la deconstrucción de las dicotomías que separaban la producción del consumo, el diseño del uso y también la que acostumbraba a mostrar por un lado a los hombres y por otro a las mujeres. Por todo esto, los estudios tecnofeministas provinientes de los estudios sociales de las tecnologías han representado un adelanto fundamental respecto a la búsqueda anterior en el estudio de la tecnociencia, el papel de lo social, y evidentemente, la introducción definitiva del género en su estudio.
2.5 Postfeminismo, tecnofeminismo y deconstrucción del género
El manifiesto Cyborg de Donna Haraway ianugura, a partir de los años 90, una larga y renovadora literatura que relaciona y cuestiona la desigualdad de género y las tecnologías8. Con esto, Haraway ha sido una de las influencias feministas más determinantes en el estudio de la tecnociéncia. La mayoría de la literatura de esta década fue producida en el ámbito de la biomedicina, pero desde finales de los 90 y con el auge de internet ha sido también creciente la investigación en relación a las nuevas tecnologías de la Información y la Comunicación9. Ambas áreas de estudio coinciden en ver en las nuevas tecnologías una posibilidad de empoderamiento para las mujeres rompiendo, definitivamente, con el pesimismo inicial respecto a las posibilidades contenidas en las TICs para las mujeres.
El interés por las tecnologías reproductivas se constituyó como un tema central para una buena parte de los estudios biomédicos. El trabajo precedente que analizaba el impacto de las tecnologías en el cuerpo de las mujeres interpretando este como biológicamente prefijado empezó a ser cuestionado y se consideró, incluso, el mismo cuerpo como objeto de transformación. Así el sexo (natural) y el género (social) han ido siendo cuestionados y deconstruidos de manera insistente (Wajcman; 2000). Tal y como nos dice esta autora (2006) la relación entre género y tecnología no se había cuestionado nunca tan enérgicamente como en el de la reproducción humana biológica. Si las feministas radicales y las ecofeministes centraron gran parte de sus análisisen un reclamo de la maternidad como aspecto fundacional de sus identidades, generando posturas tecnofóbicas,asi como, una clara resistencia al desarrollo tecnológico, Haraway, rechazó este regreso a un estado natural mítico y su defensa de un determinismo genético, haciendo patente los roles determinantes de la tecnociencia y del tecnofeminismo. El cyborg como híbrido de máquina y organismo, es una forma que confunde todas las formas de identificación y proclama, abiertamente, que prefiere ser un cyborg impuro antes de ser una deesa ecofeminista pura. Con este posicionamiento se hace claramente patente el fin del dominio essencialista para iniciar une etapa en la cual se otorgan a las nuevas tecnologíasa sus potencialidades transformadoras.
Haraway, y buena parte de la literatura que la sigue, enfatizan en el potencial liberador de la ciencia y la tecnología y vuelven a vincular ciencia con progreso. Reivindican una ciencia feminista que reconozca sus propios cementos contingentes y localizados.
Paralelamente con la publicación del manifiesto Zorra Mutante surge el ciberfeminismo que comparte esta misma visión optimista respeto a las tecnologías. Ciberfeministas, como Sadie Plant (1998) ven la web y la comunidad electrónica como generadoras de zonas de libertad sin límites y, como Haraway, reaccionan al pesimismo de los 80 y a la concentración previa de los estudios tecnofeministas alrededor de la inherència masculina dentro de la tecnología industrial. El ciberfeminismo considera que las nuevas tecnologías son mucho más difusas y abiertas que las viejas tecnologías y que por ello también obran nuevas relaciones respecto al género. Para las ciberfeministas las innovaciones tecnológicas han permitido la transferencia de poder de los hombres hacia las mujeres posibilitando la decadencia de las viejas estructuras,y por ello potencialmente también de la dominación masculina. Se suma a esta situación una estructura del cyberespacio basada en redes horizontales, difusas y flexibles más afines de los valores y formas de ser de las mujeres. Es en este contexto que se desarrollan, sobre todo entre las más jóvenes, colectivos como las grrl power o las riot grrl que canalizan una expresión punk del feminismo.
Como la cyborg, para las ciberfeministas, las nuevas tecnologías de la información y la comunicación suponen no sólo la subversión de la identidad masculina, sino una multiplicidad de subjetividades inovadoras (Wacjman; 2006) que consideran e interpretan la internet como un canal que puede transformar, no sólo la sociedad y la misma tecnología, si no también los roles de género convencionales.
1991
Donna Haraway publica: “Ciencia, Tecnología y Feminismo Socialista Finales del S.XX” subtitulado “El sueño irónico de un lenguaje común para las mujeres en el circuito integrado” (link: http://manifiestocyborg.blogspot.com/)
VNS (VENUS) Matrix, Australia.
Su Manifiesto de la Zorra Mutante se convierte en un símbolo del ciberfeminsimo. El grupo proclama que “el clítoris es una línea directa a la matriz”. Exploran la construcción de nuevos marcos sociales, identitarios y sexuales, desenmascarando los mitos que alejan las mujeres de los dispositivos tecnologicos (high tech) y reivindican su apropiación por parte de las mujeres.
1993
Desde la Asociación para el Progreso de la Comunicación se crea el grupo APC- Mujeres, (www.apcwomen.org) con la filosofía de utilizar las TICs para empoderar las mujeres en el mundo. Los grupos feministas pioneros que lideran este grupo son: American Internationl Health Alliance, Boston Women’s Health Book Collective, Casa de Colores, Centro for Women’s Global Leadersgip, Femnet, Equality Now, Global Foundation for Women, Isis International y De Mujer a Mujer.
1994
Faith Wildingen Critical Arte Ensamblo, www.critical-arte.neti SubRosa.limpio, combinan arte, activismo y política para explorar y criticar los efectos combinados de las TICs con las biotecnologías y nanotecnologías, reflexionando sobre sus impactosy efectos en el cuerpo, vida y trabajo de las mujeres.
1995
Se celebra la IV Conferencia Mundial de Mujeres en Pekín dónde un grupo de 40 mujeres prcedentes de 24 países brindan formación y apoyo a 1.700 usuarias en TICs afín de permitir la transmision a distancia de la Conferencia. Se reivindica las practicas comunicacionales como canales de empoderamiento para las mujeres, uniendolas a través de las fronteras y permitiendo juntas actuar para la democratización de los medios de comunicación.
1996
Se crea ENAWA: European and NorthAmerican Women Action – Feminist Media.
Una Red de organizaciones que integran medios de comunicación, TICs, información y defensa de los derechos de las mujeres.
1997
Primer Encuentro Internacional Ciberfeminista (en el marco de Documenta X) que concluye con el Manifiesto Ciberfeminista. Organizada por OBN (Old Boys Network, www.obn.org), un colectivo liderado por Cornelia Sollfrank. El medio es el mensaje, el código es el col.lectivo.
1997
Sadie Plant publica “Ceros + Unos”1 dónde plantea la relación entre las mujeres y las máquinas. resalta la diferencia entre “Unos” masculinos y sus corolarios binarios, los “Ceros”, femeninos. La tecnología, dice, es femenina.
1997-2007
En el transcurso de estos eventos algunas autoras han descubierto en el mundo virtual nuevas posibilidads propias a este nuevo espacio – más allá o más aquí de los espacios públicos-privados/domésticos – en que, al fin, los géneros quedan desarticulados, desactivados y las personas pueden porbar de liberarse de los rígidos corsés de la masculinitad y feminidad empobrecedoras y alienantes. Además estas autoras enfatizan en la importancia de aquello simbólico, los mitos y los relatos fundacionales que legitiman y reproducen ordenes sociales determinados (De Miguel y Boix, 2006).
Aunque muchas feministas postmodernas han abrazado estas aproximaciones tampoco han sido exentas de críticas. Las principales de entre ellas siendo, la acusación de caer en la utopía y la consecuente invisibilización de sus roles en la reproducción de los modelos sociales existentes y las desigualdades bajo el disfraz normalizador tecnológico (Wacjman; 2006) y el hecho, de qué la subjetividad difusa puede limitar las opciones de acción política feminista real y material. Autoras ciberfeministas como Cornelia Sollfrank o remedios Zafra advierten de esta posibilidad de hacerse y deshacerse...porque el rostro es política. No se puede dejar de lado los que rostros también se ven desde los ojos de los otros aludiendo a la mirada de la mujer vista con los ojos del patriarcado.
Si internet parecía brindar la posibilidad de prescindir del cuerpo, hombre-mujer, joven-viejo, las autoras resaltan que el Internet tal y como ha sido esculpido por sus habitantes reitera muchos de los códigos más patriarcales. En ese sentido, si alguna vez hemos sido más cuerpo es ahora, nunca hemos sido más cuerpo que con Internet. (Zafra, 2006) Ahora bien, la apertura de la caja oscura del género que que ha significado estas aproximaciones feministas ha seguido marcando nuevas líneas de investigación que se han mostrado críticas no sólo con la essencialismo, sino también con el constructivismo.
Cuestionar el sexo y el género en relación con las tecnologías permitió resolver la falsa contradicción entre estas dos escuelas de pensamiento (Preciado, 2002). Esta crítica radica en el hecho que si bien las feministas constructivistas habían apropiado y desarrollado una aproximación constructivista social necesaria de las tecnologías, su concepción del género parecía haberse quedado congelada (Landström; 2007). Los desarrollos actuales de la filosofía y la sociología feminista que cuestionan el género prefijado anteriormente y parten de la flexibilidad, y de lo hibrido, comenzaron con los cyborgs y el ciberfeminismo, replanteando las subjetividades y el mismo concepto del yo que ahora se presenta como genérico. Este es el caso del “ensamblaje “de Currier (2002). “El ensamblaje” se define como la fuerza y los flujos de los componentes que se encuentran y se enlazan con otras fuerzas y flujos provenientes de otros elementos. De este modo se reconfigura la subjetividad como algo constituido por relaciones complejas con la tecnología, situando dentro de “la relación” el mecanismo crucial en vez de partir solamente de la identidad de género ( Landström; 2007). De todos modos, aun cuando la deconstrucción del género ofrece posibilidades interesantes para entender las relaciones de género, hay que ver que la sociedad y las tecnologías también conllevan riesgos para la despararición del sujeto de crítica (Landström; 2007) así como su capacidad de acción col.lectiva transformadora.
Últimamente, las teorías Queer parecen ofrecer nuevas formas de crítica de las relaciones de poder basadas en la sexualidad y, a la vez, permitir rechazar la idea preestablecida de sujeto dejando abierta la noción de género. Autoras como Grosz (2005) proponen dejar de definir el género respeto el pasado, y el presente10, y orientarlo cabeza al futuro. Así, esta orientación, puede ser el punto de encuentro para la coproducción del género y la tecnología. Las propuestas tecnofeministes actuales apuntan, pues, hacia diversas relecturas de la identidad de género para así encontrar nuevas vías de transformación social y política, sea en el ámbito de las tecnologías, pero también de la sociedad en su conjunto, permitiendo un desarrollo más inclusivo de las mismas tecnologías y de la sociedad.
1 Al basarnos esencialmente en una lectura de la literatura anglosajona y al esta usar la palabra “género” acordamos usarlo en buena parte de la investigación y especialmente en la revisión y el marco teórico. Ahora bien, también se considerarán las diferencias que se atribuyen al sexo (biológico) y el género (construido socialmente).
2 Esta perspectiva recoje autorías como Dennis, Kiney, Hung, Geen, Straub, Venkatesh o Morris.
3 Autorías tan relevantes como Wacjman, Adam, Cockburn, Webster entre otras pertenecen a esta perspectiva.
4 Todo y acceptar que convencionalmente ha sido dominada por los hombres.
5 Y así lo mostraban, claramente, las voces de FINRRAGE (Feminist International network of Resistance to Reproductive and Genetic Engineering)
6 Otros teóricos y considerados gurús como Stallman, Perry Barlow, Castells y Negroponte también coincidían en ver positivamente las tecnologías y considerar que Internet y el ciberespacio estaban produciendo una revolución tecnológica y social
7 Wajcman, incluso, ha titulado su última publicación El Tecnofeminismo.
8 Haraway, D (1991) A Ciborg Manifiesto. In Simians, Cyborgs and Women. Routledge. Nueva York.
9 Nuevas tecnologías de la información para diferenciarlas de las viejas como el telégrafo o el teléfono que si bien habían tenido su importancia mostraban elementos diferentes a todo aquello que se ha ido desarrollando con la entrada definitiva de internet y, posteriormente, de la telefonía móvil.
10 Dejando atrás las referencia sobre donde, cuando y como se nació.