Un taller de feminismo para principiantes en la puerta del Sol

Será femi­nista

Belén Gope­gui/Rebe­lión

La histo­ria se va sabi­endo, es pequeña y es sign­fi­ca­tiva pero mucho más por su final que por su desen­ca­de­nante. Alguien arrancó el jueves de cuajo una pancarta que decía “La revo­lu­ción será femi­nista o no será”. Es la única pancarta que se ha arran­cado y el problema mayor fue que mien­tras el indi­vi­duo se golpe­aba el pecho a lo King Kong, un grupo grande de gente le aplau­dió y abucheó a las muje­res. Cuando baja­ron del anda­mio había debajo un grupo que insultó a quie­nes habían subido la pancarta.

La histo­ria importa porque revela que Sol no es magia ni una ilusión pasa­jera sino un lugar hecho con nues­tras vidas patri­ar­ca­les y capi­ta­lis­tas que quie­ren vivir. La histo­ria importa porque la reac­ción de la carpa femi­nista fue convo­car un taller de femi­nismo para prin­ci­pi­an­tes a donde asis­ti­e­ron muchas perso­nas. Y allí se preguntó a quie­nes asis­tí­a­mos qué enten­dí­a­mos por femi­nismo. Y se dijo que era compren­si­ble, lo cual no quiere decir justi­fi­ca­ble, que haya reac­ci­o­nes de miedo y prepo­ten­cia por parte de quie­nes han inte­ri­o­ri­zado sus privi­le­gios machis­tas como si fueran natu­ra­les y ven que se ponen en cues­tión. Fue un momento, uno más, de inte­li­gen­cia colec­tiva en marcha.

Alguien contó cómo el femi­nismo no se oponía a ninguna liber­tad sino a la explo­ta­ción y no de “la mujer” sino de las muje­res, de cada una de las muje­res. Dijo: lo contra­rio del machismo no es el femi­nismo sino el hembrismo, es decir, una supu­esta ideo­lo­gía, inexis­tente que sepa­mos, en donde se reivin­di­ca­ría la supre­ma­cía del sexo feme­mino. Enton­ces alguien que pare­cía de sexo mascu­lino, pero qué saben las apari­en­cias, preguntó: ¿si el hembrismo es lo contra­rio del machismo, qué es lo contra­rio del femi­nismo? De nuevo la inte­li­gen­cia colec­tiva, la que no aparece en los deba­tes de los gran­des medios pola­ri­za­dos y tantas veces ridí­cu­los, respon­dió sin dejarse llevar por lo prees­ta­ble­cido, sin entrar al trapo, como les gusta a esos tertu­li­a­nos hoy enve­je­ci­dos de golpe y pues­tos por completo en eviden­cia. Esa inte­li­gen­cia respon­dió con ganas de ampliar el cono­ci­mi­ento y la expe­ri­en­cia, y agra­de­ci­endo la pregunta por lo que tenía de reve­la­dora: contó que no es nece­sa­rio encon­trar siem­pre contra­rios, sime­trías, hombre/mujer, etcé­tera, que el término hembrismo es sólo una forma de expli­car, de hacer ver a quie­nes inevi­ta­ble­mente han vivido en una soci­e­dad que ha demo­ni­zado el femi­nismo y lo atacan muchas veces sin saber por qué.

El taller conti­nuó con inter­ven­ci­o­nes preci­o­sas, mien­tras una mujer hablaba, otra mujer expli­caba a veces con su cuerpo lo que la primera decía, cómo se ocupa el espa­cio público por un género y por otro, cómo nos senta­mos en el metro, y había risa y cerca­nía entre todos los hombres y las muje­res que esta­ban en el taller. Una mujer mayor -de nuevo recor­da­mos que Sol es inter­ge­ne­ra­ci­o­nal aunque el impulso más grande y vital proceda de la hombres y muje­res jóve­nes, son hombres y muje­res que argu­men­tan, que escu­chan, que acogen la expe­ri­en­cia de quien quiere darla- contó la histo­ria del femi­nismo en cuatro trazos maes­tros, habló de Olympe de Gouges quien escri­bió la Decla­ra­ción de los Dere­chos de la Mujer y de la Ciuda­dana en la Revo­lu­cón Fran­cesa y enton­ces no fue compren­dida. Ahora sabe­mos que esto no va a pasar, porque la histo­ria no ocurre en vano, y porque Sol será femi­nista como será anti­co­lo­ni­a­lista, como estará con las liber­ta­des de todos los opri­mi­dos y las opri­mi­das, y no nos impor­tará gastar a veces adje­ti­vos -que no se acaban- para ayudar a la gramá­tica a mostrar el rostro no de un opri­mido abstracto sino de hombres y muje­res que no pueden desper­tar porque alguien se lo impide, y costará encon­trar el camino, y habrá retro­ce­sos y disen­si­o­nes, y el que una pancarta se eche abajo por quie­nes han estado some­ti­dos a una educa­ción machista será un palanca, una forma de recor­dar que el camino es largo y vale la pena y hay que seguir apren­di­endo. El taller conti­nuó, se llegó a la teoría queer, la iden­ti­dad sexual es el resul­tado de una cons­truc­ción y sere­mos libres para cons­truirla del modo mejor para cada persona con la única salve­dad de que esa iden­ti­dad no se apoye en explo­tar a otras ni a otros. Tuve que salir antes de que el taller acabase y me quedé pensando que Sol es también un movi­mi­ento queer, porque ha reco­gido aque­llo que se le arro­jaba como insulto y lo ha trans­for­mado, convir­ti­én­dolo en un gran comi­enzo.