Preocuparse y ocuparse. Cuidados digitales ante un internet cada vez más violento

Ante las amena­zas y acoso en redes soci­a­les, las peri­o­dis­tas y comu­ni­ca­do­ras femi­nis­tas usan rece­tas para apli­car medi­das segu­ri­dad digi­tal.

Imagi­ne­mos: desblo­quear el telé­fono y leer “Puta vamos a violarte y corre­girte”. Chequear los correos y reci­bir “Con esa cara de mal follada solo puedes escri­bir mier­das”. En la red azul y blanca un rápido rastri­llaje por los comen­ta­rios: “Pedazo de mierda vamos a matarte, sabe­mos donde vives” . En la red del paja­ri­llo una manada de twit­te­ros desco­no­ci­dos distri­buyen nues­tra direc­ción exacta y prome­ten mandar­nos paque­tes llenos de mierda hasta la puerta de nues­tro hogar.

Todas las opci­o­nes ante­ri­o­res son posi­bles. Y, si fuera poco, también pode­mos ates­ti­guar cómo circu­lan nues­tras fotos, minu­ci­o­sa­mente edita­das o con un vero­sí­mil vide­o­mon­taje [1], en el cual apare­ce­mos violen­ta­das o muer­tas de mil y una mane­ras. Todas estas son viven­cias de muje­res reales, reco­gi­das a lo largo de los años por quie­nes inves­ti­ga­mos las violen­cias de género en la red. Todas tienen un efecto para­li­zante.

En inter­net la violen­cia contra las muje­res abarca desde el acoso, el hosti­ga­mi­ento, la extor­sión y las amena­zas, el robo de iden­ti­dad, el doxxing*, así como la alte­ra­ción y la publi­ca­ción de fotos y videos sin consen­ti­mi­ento. Todos estos ataques afec­tan de manera real la vida de las muje­res porque gene­ran daño a la repu­ta­ción, aisla­mi­ento, alie­na­ción, movi­li­dad limi­tada, depre­sión, miedo, ansi­e­dad y tras­tor­nos de sueño, entre otros. En este contexto surgen, por un lado, recla­mos de mayo­res sanci­o­nes, más leyes y más control sobre lo que sucede en inter­net y, por el otro, recae sobre las muje­res la respon­sa­bi­li­dad y, a veces también, la culpa de esas situ­a­ci­o­nes.

Los ataques en línea que colo­can en la mira a las muje­res peri­o­dis­tas adqui­e­ren carac­te­rís­ti­cas espe­cí­fi­cas rela­ci­o­na­das con el género y tienen, en gene­ral, una natu­ra­leza misó­gina y de conte­nido sexu­a­li­zado. En este contexto, las muje­res peri­o­dis­tas carga­mos una mochila más pesada: reci­bi­mos agre­si­o­nes como comu­ni­ca­do­ras y, también, como muje­res.

 

En redes soci­a­les, las muje­res peri­o­dis­tas reci­bi­mos agre­si­o­nes como comu­ni­ca­do­ras y, también, como muje­res. Clic para tuitear

Cada día más urge sope­sar estos ataques que por mucho tiempo fueron vistos como meno­res. “¿Te insul­ta­ron por Face­book? Despre­o­cu­pate, ¿a quién no?”. “¿Ame­na­zas en Twit­ter? No pasa nada, son trolls, máqui­nas auto­ma­ti­za­das”. El peor de los senti­dos comu­nes sobre nues­tras rela­ci­o­nes con las tecno­lo­gías también quita mérito a las violen­cias en línea de cada día. Cuando, en reali­dad, cada opinión, mensaje o toma de posi­ción profe­rida en inter­net que recibe un ataque violento a cambio pone en juego la plura­li­dad de voces funda­men­tal a la hora de infor­mar­nos.

El informe ‘Muje­res Peri­o­dis­tas: Discri­mi­na­ción y Violen­cia basada en género contra muje­res peri­o­dis­tas en el ejer­ci­cio de su profe­si­ón’, de la Comi­sión Inter­a­me­ri­cana de Dere­chos Huma­nos (CIDH) publi­cado en 2018, resalta que la violen­cia en línea contra muje­res peri­o­dis­tas y comu­ni­ca­do­ras puede, en casos extre­mos, condu­cir a la auto­cen­sura o a que las muje­res se reti­ren de la esfera pública, dejando el campo del peri­o­dismo domi­nado por los hombres, restando así voces diver­sas a los discur­sos hege­mó­ni­cos que dan forma a los medios de comu­ni­ca­ción tradi­ci­o­na­les.

El informe de este orga­nismo, creado para promo­ver el moni­to­reo y la defensa de los dere­chos huma­nos, desglosa la violen­cia en línea como “todo acto de violen­cia de género contra la mujer come­tido, asis­tido o agra­vado en parte o total­mente por el uso de las tecno­lo­gías de las comu­ni­ca­ci­o­nes TIC [Tecno­lo­gías de la Infor­ma­ción y de la Comu­ni­ca­ción], como telé­fo­nos móvi­les y telé­fo­nos inte­li­gen­tes, inter­net y redes soci­a­les, plata­for­mas o correo elec­tró­nico, contra una mujer porque ella es una mujer, o afecta a las muje­res despro­por­ci­o­na­da­men­te’”.

Es indis­cu­ti­ble: los índi­ces de las violen­cias en inter­net diri­gi­das contra peri­o­dis­tas y comu­ni­ca­do­ras no dejan de crecer. Así lo confirmó la Fede­ra­ción Inter­na­ci­o­nal de Peri­o­dis­tas (IFJ, por sus siglas en inglés) que realizó en 2018 una encu­esta con el resul­tado de que casi dos tercios de las muje­res peri­o­dis­tas han sido objeto de abusos en línea. En otras pala­bras: el 68 por ciento de las muje­res que traba­jan en peri­o­dismo han sufrido acoso digi­tal.

Dos tercios de las muje­res peri­o­dis­tas han sido objeto de abusos en línea Clic para tuitear

Destaca el informe de CIDH que el anali­zar en deta­lle las temá­ti­cas que las peri­o­dis­tas abor­dan da una pauta de qué es lo que puede desa­tar un mayor caudal de ataques. Son esos temas histó­ri­ca­mente “veda­dos” para las muje­res en el peri­o­dismo: “La polí­tica, el dere­cho, la econo­mía, el deporte y los dere­chos de la mujer, el género y el femi­nismo, aumenta la proba­bi­li­dad de ser agre­di­das en línea. También se compru­eba que los ataques son frecu­en­tes cuando desen­vu­el­ven mate­ri­a­les rela­ci­o­na­dos a dere­chos de las muje­res y/o de la comu­ni­dad LGTBI y cuando se mani­fi­es­tan para denun­ciar la discri­mi­na­ción por moti­vos de género”.

En resu­men, las conse­cu­en­cias de los ataques hacia muje­res peri­o­dis­tas redun­dan en la falta de pers­pec­ti­vas y voces feme­ni­nas en los medios de comu­ni­ca­ción. El défi­cit de estas voces impacta de manera grave en la liber­tad y la plura­li­dad de la infor­ma­ción hoy produ­cida. En inter­net hay un conti­nuum que perpe­túa los esco­llos que las peri­o­dis­tas encon­tra­mos a lo largo de nues­tros proyec­tos profe­si­o­na­les por fuera de inter­net.

 

 

Peri­o­dis­tas ocupa­das en sus cuida­dos digi­ta­les

Lati­no­a­mé­rica es un terri­to­rio espe­ci­al­mente hostil para las muje­res comu­ni­ca­do­ras. En este hori­zonte, a las tradi­ci­o­na­les formas de la repre­sión, se suma el ingre­di­ente de la perse­cu­ción en espa­cios digi­ta­les y los ataques orga­ni­za­dos por enjam­bres digi­ta­les que los grupos anti­de­re­chos enca­be­zan como forma de amedren­ta­mi­ento a la liber­tad de expre­sión en inter­net. En ese contexto les peri­o­dis­tas se deba­ten entre la auto­cen­sura y los ries­gos físi­cos, psico­ló­gi­cos y las campañas de difa­ma­ción orques­ta­das por gran­des empre­sas y Gobi­er­nos.

Tal vez una de las lecci­o­nes más frus­tran­tes en este hori­zonte es que, en el ámbito peri­o­dís­tico, las medi­das de segu­ri­dad o cuida­dos digi­ta­les se toman cuando el daño ya fue causado. En otros térmi­nos, se confirma la teme­ra­ria premisa de que somos “hijes del rigor”. Se confirma, en la expe­ri­en­cia de las capa­ci­ta­do­ras en cuida­dos digi­ta­les, que si las indi­vi­du­a­li­da­des de la comu­ni­dad peri­o­dís­tica no sien­ten que hay una impo­si­ción, una obli­ga­ción, una sanción o una amenaza concreta las medi­das de segu­ri­dad no se hacen efec­ti­vas. “Las perso­nas que sí llevan adelante estas estra­te­gias suelen ser perso­nas que ya han sido amena­za­das o acosa­das. Después de un ataque, una amenaza o un acoso, empi­e­zan a poner en prác­tica estra­te­gias en segu­ri­dad digi­tal y cambian hábi­tos”, explica desde la colec­tiva Ciber­fe­mi­nis­tas Guate­mala, March.

No exis­ten rece­tas para comen­zar a apren­der y apli­car medi­das segu­ri­dad digi­tal. Las medi­das de cuida­dos para apli­car no son infa­li­bles, así como tampoco lo son las tecno­lo­gías que usamos. Por eso la forma de abor­dar este tema debe­ría ser holís­tica: desde una mirada que consi­dera también a la segu­ri­dad en una tríada física, psico-emoci­o­nal, y de la gestión de los datos y comu­ni­ca­ci­o­nes.

A primera vista, la reac­ción ante el convite para comen­zar a apli­car cuida­dos digi­ta­les oscila entre la fobia, la pereza, y la sensa­ción de pérdida de tiempo: parece compli­cado, espi­noso y ajeno. La buena noti­cia es que cuando la idea de comu­ni­ca­ci­o­nes más segu­ras nos para­liza el mejor camino es hacer­nos pregun­tas. Mirar entre nues­tras manos a esa mascota digi­tal multi­co­lor, ruidosa y vibrante (siem­pre ansi­osa de datos) y pregun­tar­nos: ¿es esta la herra­mi­enta que más me ayuda en mis comu­ni­ca­ci­o­nes?, ¿desde que tengo un celu­lar trabajo más o trabajo menos?, ¿estar más tiempo conec­tada me trae más estrés o mayor relax?, ¿cuánta infor­ma­ción perso­nal guardo en este dispo­si­tivo? Y, ¿cuánta infor­ma­ción privada tienen las empre­sas tele­fó­ni­cas cada vez que usamos el servi­cio?

Traba­jar en peri­o­dismo teni­endo en cuenta la sensi­bi­li­dad de nues­tra labor nos exige hacer un cambio: posi­ci­o­nar­nos desde una acti­tud preven­tiva y ya no reac­tiva. Pues como sabe­mos, en muchos casos los ataques a la labor infor­ma­tiva ponen en riesgo ni más ni menos que la vida, así como debi­lita los ecosis­te­mas infor­ma­ti­vos en nues­tras comu­ni­da­des. Veamos enton­ces de qué manera comen­zar a cambiar la acti­tud a partir de algu­nas buenas prác­ti­cas de peri­o­dis­tas que traba­jan en los terri­to­rios de mayor peli­gro­si­dad, como México y Centro­a­mé­rica.

March, quien también es parte de la red de cuida­dos digi­ta­les lati­no­a­me­ri­cana Ciber­se­gu­ras, nos comparte algu­nas medi­das bási­cas, no por ello menos impor­tan­tes, que han rele­vado en los traba­jos de acom­paña­mi­ento a las comu­ni­ca­do­ras comu­ni­ta­rias y peri­o­dis­tas de la región meso­a­me­ri­cana. Entre algu­nos buenos hábi­tos, destaca el de usar los telé­fo­nos móvi­les de manera segura, “porque los celu­la­res son lo que más utili­zan en terreno”. Las estra­te­gias de cuidado mas obser­va­das en peri­o­dis­tas son:

• uso de contra­señas segu­ras en celu­la­res

• respaldo de infor­ma­ción guar­dada en celu­la­res, compu­ta­do­ras, memo­rias exter­nas

• armado de estra­te­gias para contacto de las fuen­tes (evitar reali­zar una conver­sa­ción completa en What­sapp o vía mensaje de texto)

• diseño de estra­te­gias mixtas: iniciar contac­tos con las perso­nas vía digi­tal y luego seguir de manera presen­cial (en la medida de lo posi­ble)

• acti­va­ción de redes de apoyo local (no hay como una manada para sentirse prote­gida): resul­tan funda­men­ta­les las redes de amigas y de amigos, así como de cole­gas peri­o­dis­tas porque dan acom­paña­mi­ento y ayudan a la esta­bi­li­dad emoci­o­nal

• manu­ten­ción de perfi­les dife­ren­ci­a­dos en redes soci­a­les; después de revi­sar deta­lla­da­mente las confi­gu­ra­ci­o­nes de segu­ri­dad en Face­book, Twit­ter, Insta­gram, entre otras, la invi­ta­ción es a mane­jar dos o más perfi­les: uno perso­nal y otro del medio al que repre­sen­tan (hay peri­o­dis­tas que cuen­tan un perfil de acti­vista/peri­o­dista y un perfil perso­nal en la que se contac­tan con amigas o fami­lia)

• infor­mar la geolo­ca­li­za­ción o ubica­ción: diseñar un proto­colo en caso de viajes frecu­en­tes para que las perso­nas de la red de confi­anza estén al tanto de la ubica­ción e vayan moni­to­re­ando cada punto de partida y de llegada.

En este contexto, hay que tener cuenta que las prác­ti­cas y nuevos hábi­tos requi­e­ren tiempo, desa­fíos que se suman a las exten­sas jorna­das que deli­nean el paisaje del trabajo peri­o­dís­tico. Esto exige, a decir de March, que “en tu labor como peri­o­dista tengas que tomarte un tiempo para adqui­rir estas prác­ti­cas mas segu­ras”. Señala la acti­vista e inves­ti­ga­dora guate­mal­teca que las estra­te­gias que requi­e­ren un nivel un poco más alto de cono­ci­mi­ento técnico no siem­pre están tan presen­tes, como por ejem­plo: tener una VPN*, insta­lar un KeepassX* o usar Tor*. El interés sobre apren­der a usar­las se percibe en aumento, no obstante, para quie­nes preci­san resguar­dar sus iden­ti­da­des al momento de hacer una inves­ti­ga­ción y tener mas segu­ri­dad en sus cuen­tas.

Los ataques en inter­net son un fenó­meno diario que afec­tan y limi­tan las labo­res de un peri­o­dismo plural, diverso y democrá­tico. Clic para tuitear

Falta mucho por recor­rer en el ámbito de los cuida­dos digi­ta­les para peri­o­dis­tas, pero el aumento de los ataques digi­ta­les está haci­endo reac­ci­o­nar. Otra vez “el rigor” lleva a quie­nes traba­jan como peri­o­dis­tas a pres­tar mayor aten­ción y, en el mejor de los casos, a ponerse manos a la obra. “Los cuida­dos digi­ta­les se adap­tan al momento y al estilo de vida, no siem­pre son un panfleto a seguir. Enton­ces cada quien utiliza lo que nece­sita según su contexto”, señala March. Y amplía: “Otra estra­te­gia que es muy contro­ver­tida es la de alejarse de los espa­cios digi­ta­les. Una peri­o­dista contaba que deci­dió alejarse de los espa­cios digi­ta­les porque no podía más y esa fue su estra­te­gia de cuidado en ese momento, optó por quedarse solo usando las plata­for­mas digi­ta­les de los medios para los que trabaja”.

Los ataques en inter­net son un fenó­meno diario que afec­tan y limi­tan las labo­res de un peri­o­dismo plural, diverso y democrá­tico. Las amena­zas impli­can cues­ti­o­nes de segu­ri­dad y promu­e­ven la auto­cen­sura que, entre otros fenó­me­nos impac­tan, y preca­ri­zan la profe­sión. No todo está perdido: la demanda de cono­cer más y desar­ro­llar un espí­ritu crítico hacia las tecno­lo­gías crece en la comu­ni­dad peri­o­dís­tica. Hay luz en el hori­zonte cuando la comu­ni­dad peri­o­dís­tica espa­bila, no espera a que la ataquen, e inicia un proceso de auto­cuido en el ámbito de las comu­ni­ca­ci­o­nes digi­ta­les.