Los metadatos a menudo se describen como todo excepto el contenido de sus comunicaciones. Puede pensar en los metadatos como el equivalente digital del sobre de una carta. Al igual que el sobre contiene información sobre el remitente, el destinatario y el destino de un mensaje, los metadatos también lo hacen. Los metadatos son información sobre las comunicaciones digitales que usted envía y recibe. Algunos ejemplos de metadatos incluyen:
- la línea de encabezado de sus correos electrónicos
- la duración de sus conversaciones
- el lapso de tiempo en que dicha conversación tuvo lugar
Históricamente, los metadatos han tenido menos protección de privacidad bajo las leyes de algunos países (incluyendo los EE.UU.) que el contenido de las comunicaciones. La policía en muchos países pueden obtener más fácilmente los registros de quiénes te han llamado en el último mes, es más, pueden intervenir tu línea telefónica para oír precisamente lo que estás diciendo.
Aquellos que recopilan o solicitan acceso a los metadatos, como los gobiernos o las compañías telefónicas, afirman que la revelación (y recolección) de metadatos no es gran cosa. Desafortunadamente, esos argumentos no son ciertos. Incluso una pequeña muestra de metadatos puede dar una visión íntima de la vida de una persona. Veamos qué implica recopilar metadatos por parte de gobiernos y compañías:
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Saben que llamaste a una línea de sexo telefónico a las 2:24 am y que hablaste durante 18 minutos. Pero no saben de qué fue lo conversado.
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Saben que llamaste a una línea de prevención de suicidios desde un puente como, por ejemplo, el Golden Gate. Pero el asunto se mantiene secreto.
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Saben que recibiste un correo electrónico de un servicio de análisis de VIH, que entonces llamaste a tu médico y miraste una página de apoyo en grupo del VIH, todo en la misma hora. Pero no saben qué había en el correo ni de qué hablaste por teléfono.
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Saben que recibiste un correo electrónico de un grupo de activistas por los derechos digitales con el asunto «Vamos a decírselo al Congreso: Detengan la ley SESTA/FOSTA» y que entonces llamaste a tu congresista representante justo después. Pero el contenido de esas comunicaciones queda a salvo de la intrusión gubernamental.
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Saben que llamaste a un ginecólogo, que hablaste por media hora y que durante el día buscaste en Internet el número telefónico de una clínica de aborto. Pero nadie sabe de qué asunto has conversado.
Proteger los metadatos de la recopilación externa es un problema difícil técnicamente, pues con frecuencia terceras partes necesitan acceso a los metadatos para conectar tus comunicaciones con éxito. De la misma manera que la parte exterior de un sobre necesita ser legible para un cartero, las comunicaciones digitales suelen estar marcadas con el origen y el destino. Las compañías de teléfonos móviles necesitan saber con aproximación dónde está tu teléfono para hacerle llegar las llamadas.
Los servicios como Tor esperan limitar la cantidad de metadatos que se producen a través de los métodos comunes de comunicación en línea. Hasta que las leyes se actualicen para tratar mejor los metadatos y las herramientas que los minimizan se extiendan, lo mejor que puede hacer es estar al tanto de los metadatos que transmite cuando se comunica, quién puede acceder a esa información y cómo podría ser utilizada.