La Nota G de Ada Lovelace, el primer programa de ordenador de la historia

Imatge
Àmbits Temàtics

Publi­ca­mos la traduc­ción de la Nota G hecha por Gabriel Rodrí­guez Albe­rich, AKA @vibra­giel.

NOTA G DEL BOSQUEJO DE LA MÁQUINA ANALÍ­TICA (EL PRIMER PROGRAMA DE ORDE­NA­DOR)

COMPU­ESTA POR

Doña Augusta Ada Byron,

condesa de Love­lace,

en el año de 1842

TRADU­CIDA POR

Don Gabriel Rodrí­guez Albe­rich 

Convi­ene cuidarse de la posi­bi­li­dad de que surjan ideas exage­ra­das con respecto a las facul­ta­des de la Máquina Analí­tica. A la hora de juzgar cual­quier asunto nuevo, suele darse, primero, una tenden­cia a sobre­va­lo­rar lo que ya consi­de­ra­mos inter­e­sante o nota­ble y, en segundo lugar, medi­ante una espe­cie de reac­ción natu­ral, a subes­ti­mar el verda­dero estado de la cues­tión, cuando descu­bri­mos que nues­tras noci­o­nes han tras­pa­sado lo que real­mente podí­a­mos soste­ner.

La Máquina Analí­tica no tiene ninguna preten­sión de produ­cir nada. Puede hacer cual­quier cosa que sepa­mos cómo orde­narle que haga. Puede seguir un análi­sis; pero no tiene la capa­ci­dad de anti­ci­par ninguna rela­ción o verdad analí­ti­cas. Su función es ayudar­nos a hacer acce­si­ble aque­llo con lo que ya esta­mos fami­li­a­ri­za­dos. Está diseñada para hacer esto prin­ci­pal­mente, claro está, por medio de sus facul­ta­des ejecu­ti­vas; pero es proba­ble que ejerza también una influ­en­cia indi­recta y recí­proca sobre la propia cien­cia. Porque, al distri­buir y combi­nar las verda­des y fórmu­las del análi­sis, de manera que las combi­na­ci­o­nes mecá­ni­cas de la máquina las puedan mane­jar con mayor rapi­dez y faci­li­dad, las rela­ci­o­nes y la natu­ra­leza de muchas cues­ti­o­nes de la cien­cia quedarán baña­das en otra luz y podrán inves­ti­garse en mayor profun­di­dad. Sin duda, esto es una conse­cu­en­cia indi­recta y, en parte, espe­cu­la­tiva, de tal invento. Sin embargo, es evidente que, en gene­ral, al conce­bir una nueva forma de regis­trar verda­des matemá­ti­cas y arro­jar­las para su uso, es proba­ble que nos inspi­ren nuevas pers­pec­ti­vas que, de nuevo, deben reac­ci­o­nar en la fase más teórica del asunto. Todas las ampli­a­ci­o­nes del poder humano, o aumen­tos del cono­ci­mi­ento humano, conlle­van siem­pre varias influ­en­cias cola­te­ra­les, aparte de los obje­ti­vos prin­ci­pal y secun­da­rio obte­ni­dos.

Por volver a las facul­ta­des ejecu­ti­vas de esta máquina, todas las mentes deben plan­te­arse la sigui­ente pregunta: ¿son capa­ces real­mente de seguir el análi­sis en toda su exten­sión? No se puede dar ninguna respu­esta a esta pregunta que satis­faga a todas las mentes, excep­tu­ando la propia exis­ten­cia de la máquina y la propia expe­ri­en­cia de sus resul­ta­dos prác­ti­cos. Sin embargo, resu­mi­re­mos los elemen­tos prin­ci­pa­les con los que trabaja la máquina, para la consi­de­ra­ción del lector:

  1. Realiza las cuatro opera­ci­o­nes de la arit­mé­tica simple con cuales­qui­era núme­ros.
  2. Por medio de cier­tos arti­fi­cios y arre­glos (que no pode­mos abor­dar con el espa­cio restrin­gido que admite una publi­ca­ción como la presente), no existe límite ni para la magni­tud de los núme­ros usados ni para el número decanti­da­des (ya sean vari­a­bles o cons­tan­tes) que se pueden emplear.
  3. Puede combi­nar estos núme­ros y canti­da­des, tanto alge­brai­ca­mente como arit­mé­ti­ca­mente, en rela­ci­o­nes ilimi­ta­das en cuanto a vari­e­dad, exten­sión o comple­ji­dad.
  4. Usa los signos alge­brai­cos de acuerdo a sus leyes apro­pi­a­das y desar­ro­lla las conse­cu­en­cias lógi­cas de estas leyes.
  5. Puede susti­tuir cual­quier fórmula por otra, arbi­tra­ri­a­mente; elimi­nando la primera de ellas de la columna en la que está repre­sen­tada y colo­cando la segunda en su lugar.
  6. Puede propor­ci­o­nar valo­res singu­la­res. El señor Mena­brea alude a esta capa­ci­dad en sus memo­rias, donde menci­ona el paso de valo­res de cero a infi­nito. La viabi­li­dad de hacer que cambie sus proce­sos arbi­tra­ri­a­mente en cual­quier momento, ante la posi­bi­li­dad de cual­quier contin­gen­cia espe­ci­fi­cada (la susti­tu­ción de  por , expli­cada en la Nota E, ilus­tra esto en cierta medida), asegura este punto de inme­di­ato.

El tema de la inte­gra­ción y la dife­ren­ci­a­ción requi­ere algo de aten­ción. La máquina puede efec­tuar estos proce­sos de dos mane­ras disti­nas:

Primero, medi­ante las tarje­tas de Opera­ción y de Vari­a­ble, pode­mos orde­narle que recorra los pasos nece­sa­rios para resol­ver el límite de cual­quier función que se esté consi­de­rando.

Segundo, puede efec­tuar la inte­gra­ción o dife­ren­ci­a­ción por susti­tu­ción directa (si cono­ce­mos la forma del límite para la función en cues­tión). En la Nota B, comen­ta­mos que cual­quier conjunto de colum­nas en los que se inscri­ben núme­ros repre­senta simple­mente una función gene­ral de las diver­sas canti­da­des, hasta que la función espe­cial quede impresa por medio de las tarje­tas de Opera­ción y Vari­a­ble. Por consi­gui­ente, si en lugar de soli­ci­tar el valor de la función, soli­ci­ta­mos el de su inte­gral o el de su coefi­ci­ente dife­ren­cial, solo tene­mos que orde­narle la combi­na­ción parti­cu­lar de las canti­da­des ingre­di­en­tes que cons­ti­tuya esa inte­gral o ese coefi­ci­ente. Por ejem­plo, en , en lugar de orde­nar las canti­da­des

para que aparez­can en  en la combi­na­ción , se orde­na­rían para que apare­ci­e­ran en la de .

Por tanto, queda­ría así:

Análo­ga­mente, podrí­a­mos tener , la inte­gral de .

Un ejem­plo inter­e­sante para seguir el proceso de la máquina sería la forma

o cual­quier otro caso de inte­gra­ción por reduc­ci­o­nes suce­si­vas, donde se puede hacer que una inte­gral que conti­ene una opera­ción repe­tida  veces dependa de otra que conti­ene las mismas  o  veces, y así hasta que, por reduc­ción conti­nua, llegue­mos a una forma defi­ni­tiva, cuyo valor hay que deter­mi­nar luego.

Los méto­dos que apare­cen en Calcul des Déri­va­ti­ons de Arbo­gast son espe­ci­al­mente apro­pi­a­dos para la nota­ción y los proce­sos de la máquina. Asimismo, todo el Análi­sis Combi­na­to­rio, que consiste, primero, en un cálculo de índi­ces pura­mente numé­rico y, segundo, en la distri­bu­ción y combi­na­ción de las canti­da­des según las leyes pres­cri­tas por estos índi­ces.

Termi­na­re­mos estas notas estu­di­ando en deta­lle los pasos con los que la máquina puede calcu­lar los núme­ros de Bernou­lli, siendo esto (en la forma que dedu­ci­re­mos aquí) un ejem­plo bastante complejo de sus capa­ci­da­des. La forma más senci­lla de calcu­lar estos núme­ros sería medi­ante la expan­sión directa de

(1.)</span>

que es, de hecho, un caso parti­cu­lar desar­ro­llado a partir de

menci­o­nada en la Nota E. O en cambio podrí­a­mos calcu­lar­los a partir de la cono­cida forma

(2.)</span>

o de la forma

(3.)</span>

o de muchas otras. Sin embargo, como nues­tro obje­tivo no es la simpli­ci­dad o faci­li­dad de los cálcu­los, sino ilus­trar las capa­ci­da­des de la máquina, prefe­ri­mos selec­ci­o­nar la fórmula de abajo, marcada (8.). Se deriva de la sigui­ente manera:

Si en la ecua­ción

(4.)</span>

(en la que …, etc. son núme­ros de Bernou­lli), expan­di­mos el deno­mi­na­dor del lado izqui­erdo en poten­cias de  y luego divi­di­mos el nume­ra­dor y el deno­mi­na­dor por , deri­va­re­mos

(5.)</span>

Si esta multi­pli­ca­ción del final pudi­era hacerse, tendrí­a­mos una serie con la forma gene­ral

(6.)</span>

en la que vemos, en primer lugar, que todos los coefi­ci­en­tes de las poten­cias de son igua­les a cero; y, en segundo lugar, que la forma gene­ral para , el coefi­ci­ente del término  (esto es, de cual­quier poten­cia par de ) es lo sigui­ente:

(7.)</span>

Multi­pli­cando todos los térmi­nos por , obte­ne­mos

(8.)</span>

que convi­ene escri­bir en su forma gene­ral:

(9.)</span>

Siendo …, etc. esas funci­o­nes de  que perte­ne­cen respec­ti­va­mente a …, etc..

Podrí­a­mos haber deri­vado una forma simi­lar a (8.) a partir de , el coefi­ci­ente de cual­quier poten­cia impar de  en (6.); pero la forma gene­ral es algo distinta para los coefi­ci­en­tes de las poten­cias impa­res, y menos prác­tica.

Al exami­nar (7.) y (8.), pode­mos compro­bar que, cuando aisla­mos estas fórmu­las de (6.), a partir de la cual están deri­va­das, y las consi­de­ra­mos sepa­rada e inde­pen­di­en­te­mente,  puede ser cual­quier número entero; aunque, cuando (7.) se da como una de las  en (6.), es obvio que enton­ces  no es arbi­tra­rio, sino que es siem­pre una función de la distan­cia de esa  desde el prin­ci­pio. Si esa distan­cia puede ser , enton­ces

 y  (para cual­quier poten­cia *par* de )

 y  (para cual­quier poten­cia *impar* de )

Es con la fórmula inde­pen­di­ente (8.) con la que tene­mos que traba­jar. Por tanto, debe­mos recor­dar que las condi­ci­o­nes para el valor de  quedan modi­fi­ca­das y que  es un número entero comple­ta­mente arbi­tra­rio. Esta circuns­tan­cia, combi­nada con el hecho (fácil­mente compro­ba­ble) de que, sea cual sea el valor de , cual­quier término de (8.) tras el  es , y que el propio término  es siem­pre , nos permite hallar el valor (sea numé­rico o alge­braico) de cual­quier número de Bernou­lli  en térmi­nos de todos los prece­den­tes, solo con saber los valo­res de . Hemos anexado a esta nota un diagrama y una tabla con los deta­lles del cálculo de  ( vienen dados).

Al consi­de­rar (8.) con aten­ción, vere­mos también que pode­mos deri­var de ella el valor numé­rico de cual­quier número de Bernou­lli suce­sivo, desde el prin­ci­pio ad infi­ni­tum, medi­ante la sigui­ente serie de cálcu­los:

  • Primera serie. Sea  y calcu­le­mos (8.) para este valor de . El resul­tado es .
  • Segunda serie. Sea . Calcu­le­mos (8.) para este valor de , susti­tuyendo el valor de  que acaba­mos de obte­ner. El resul­tado es .
  • Tercera serie. Sea . Calcu­le­mos (8.) para este valor de , susti­tuyendo los valo­res de  obte­ni­dos ante­ri­or­mente. El resul­tado es . Y así suce­si­va­mente, hasta cual­quier punto.

El diagrama repre­senta las colum­nas de la máquina cuando está recién prepa­rada para calcu­lar  (en el caso de ); mien­tras que la tabla de abajo ofrece una vista completa y simultá­nea de todos los cambios suce­si­vos que sufren estas colum­nas para reali­zar el cálculo. (Remito al lector a la Nota D para obte­ner una expli­ca­ción respecto a la natu­ra­leza y nota­ción de dichas tablas).

En este caso, son nece­sa­rios seis datos numé­ri­cos para hacer las combi­na­ci­o­nes reque­ri­das. Estos datos son . Cuando , haría falta el dato adici­o­nal . Cuando , haría falta el dato ; etcé­tera. Así, el número de datosnece­sa­rios siem­pre será  para ; y de estos  datos,  de ellos son núme­ros de Bernou­lli suce­si­vos. La razón por la que se están colo­cando los núme­ros de Bernou­lli usados como datos en las colum­nas de Resul­tado del diagrama es que pode­mos supo­ner que ya han sido calcu­la­dos previ­a­mente en suce­sión por la propia máquina; en esta circuns­tan­cia, cada  apare­cerá como resul­tado antes de usarse como dato para calcu­lar el sigui­ente . Por tanto, aquí tene­mos un ejem­plo (del tipo menci­o­nado en la Nota D) de la misma Vari­a­ble reali­zando más de una función a la vez. Es cierto que, si consi­de­ra­mos que nues­tro cálculo de  es un cálculo comple­ta­mente aislado, pode­mos concluir que  se han colo­cado arbi­tra­ri­a­mente en las colum­nas; y enton­ces sería más consis­tente poner­los en  como datos y no como resul­ta­dos. Pero no vamos a consi­de­rarlo así. Al contra­rio, supon­dre­mos que la máquina estará en el proceso de calcu­lar los Núme­ros­hasta un punto inde­ter­mi­nado desde el mismo prin­ci­pio; y que simple­mente esta­mos selec­ci­o­nando, medi­ante un ejem­plo, un cálculo entre la serie suce­siva pero distinta de cálcu­los que está reali­zando. Cuando los  son frac­ci­o­na­rios, hay que enten­der que se calcu­lan y apare­cen en nota­ción de frac­ci­o­nes deci­ma­les. De hecho, hay que ser cons­ci­en­tes de esta circuns­tan­cia para todos los cálcu­los. En cual­qui­era de los ejem­plos ya expu­es­tos en la traduc­ción y en las Notas, algu­nos datos, y también algu­nos resul­ta­dos tempo­ra­les o perma­nen­tes, pueden ser frac­ci­o­na­rios con igual proba­bi­li­dad que núme­ros ente­ros. Pero la confi­gu­ra­ción es tal que la natu­ra­leza de los proce­sos sería igual que con los núme­ros ente­ros.

En la tabla y diagrama de arriba no esta­mos consi­de­rando el signo de ninguno de los , solo su magni­tud numé­rica. La máquina arro­ja­ría correc­ta­mente el signo para todos ellos, por supu­esto, pero no pode­mos entrar en todo deta­lle adici­o­nal de este tipo como quer­rí­a­mos. Por tanto, los círcu­los para el signo que hay en el diagrama se dejan en blanco inten­ci­o­na­da­mente.

Las tarje­tas de Opera­ción  prepa­ran . Así, la Tarjeta multi­plica dos por , y las tres tarje­tas Vari­a­ble de Recep­ción, que perte­ne­cen a  respec­ti­va­mente, permi­ten que el resul­tado  se colo­que en cada una de estas últi­mas colum­nas (esto es un caso en el que hace falta una recep­ción triple de resul­ta­dos para propó­si­tos poste­ri­o­res); vemos que los índi­ces supe­ri­o­res de las dos Vari­a­bles utili­za­das durante la Opera­ción  quedan inal­te­ra­dos.

No vamos a revi­sar uno a uno los deta­lles de cada opera­ción, ya que la tabla y el diagrama los espe­ci­fi­can sufi­ci­en­te­mente; solo adver­ti­re­mos algu­nos casos pecu­li­a­res.

En la Opera­ción  se convi­erte una canti­dad posi­tiva en una canti­dad nega­tiva, simple­mente restán­dole dicha canti­dad a una columna que conti­ene un cero. (El signo encima de  se conver­ti­ría en − durante este proceso).

La Opera­ción 7 será incom­pren­si­ble a menos que recor­de­mos que, si estu­vi­é­ra­mos calcu­lando para  en lugar de , la Opera­ción 6 habría comple­tado el cálculo de  ella misma, en cuyo caso la máquina, en lugar de conti­nuar con sus proce­sos, tendría que poner  en ; y luego dete­nerse comple­ta­mente o comen­zar de nuevo con las Opera­ci­o­nes 1, 2…7 para el valor , al objeto de calcu­lar ; (cuidán­do­nos sin embargo de que, antes de esta reanu­da­ción, hay que poner igual a dos el número de , sumán­dole la unidad al ante­rior  de esa columna). Enton­ces, la Opera­ción 7 tendrá que arro­jar, o bien un resul­tado igual a cero (si ), o bien un resul­tado mayor que cero, como en el caso actual; y la máquina seguirá uno u otro curso de los que acaba­mos de expli­car depen­di­endo del resul­tado de la Opera­ción 7. Para compren­der bien la nece­si­dad de esta opera­ción expe­ri­men­tal, es impor­tante tener en cuenta lo que ya se indicó, que no esta­mos tratando con un cálculo comple­ta­mente aislado e inde­pen­di­ente, sino uno entre una serie de cálcu­los ante­ce­den­tes y futu­ros.

Las Tarje­tas 8, 9, 10 produ­cen . En la Opera­ción 9 vemos un ejem­plo de un índice supe­rior que de nuevo vuelve a tener un valor, después de haber pasado desde valo­res previos hasta cero.  ha sido, suce­si­va­mente, , ; y por la natu­ra­leza de la función que tiene  en el cálculo, su índice seguirá sufri­endo más cambios del mismo tipo; si los exami­na­mos, vere­mos que son regu­la­res y peri­ó­di­cos.

La Tarjeta 12 tiene que reali­zar la misma función que la que realizó la Tarjeta 7 en la sección ante­rior; ya que, si  hubi­era sido , la opera­ción oncena habría comple­tado el cálculo de .

Las Tarje­tas 13 a la 20 obti­e­nen . Como  siem­pre consiste en facto­res,  tiene tres facto­res; se puede ver que las Tarje­tas 13, 14, 15, 16 obti­e­nen el segundo de estos facto­res y luego lo multi­pli­can por el primero; y que las 17, 18, 19, 20 obti­e­nen el tercer factor y luego lo multi­pli­can por el producto de los dos facto­res ante­ri­o­res.

La Tarjeta 23 tiene la función de las Tarje­tas 11 y 7, ya que, si  fuera , las opera­ci­o­nes vigé­simo primera y vigé­simo segunda comple­ta­rían el cálculo de . Como nues­tro caso es , el cálculo conti­nu­ará con otra fase más; y ahora debe­mos diri­gir nues­tra aten­ción al hecho de que, para poder calcu­lar , solo es nece­sa­rio repe­tir preci­sa­mente el grupo de Opera­ci­o­nes de la 13 a las 20; y luego, para comple­tar el cálculo de , repe­tir las Opera­ci­o­nes 21 y 22.

Se puede obser­var que cada unidad que se suma a  en  conlleva una repe­ti­ción adici­o­nal de las opera­ci­o­nes (13…23) para calcu­lar . No solo son todas las opera­ci­o­nes preci­sa­mente las mismas para cada repe­ti­ción, sino que nece­si­tan reci­bir los núme­ros, respec­ti­va­mente, de exac­ta­mente el mismo par de colum­nas; solo con la excep­ción de la Opera­ción 21 que, por supu­esto, nece­si­tará  (de ) en lugar de  (de ). Esta iden­ti­dad de las colum­nas que propor­ci­o­nan los núme­ros reque­ri­dos no debe confun­dirse con una iden­ti­dad de los valo­res que conti­e­nen esas colum­nas y que son alimen­ta­dos al molino. La mayo­ría de esos valo­res sufren alte­ra­ci­o­nes durante una actu­a­ción de las opera­ci­o­nes (13…23) y, por tanto, las colum­nas presen­tan un nuevo conjunto de valo­res con los que tiene que traba­jar la sigui­ente actu­a­ción de las opera­ci­o­nes (13…23).

Al termi­nar la repe­ti­ción de las opera­ci­o­nes (13…23) para calcu­lar , las alte­ra­ci­o­nes en los valo­res de las Vari­a­bles son

En este estado, los únicos proce­sos restan­tes son, primero, trans­fe­rir el valor que hay en  a  y, segundo, redu­cir  a cero y sumarle uno a , para que la máquina quede lista para comen­zar a calcu­lar . Las Opera­ci­o­nes 24 y 25 cumplen estos obje­ti­vos. Puede pare­cer anómalo que la Opera­ción 25 se repre­sente dejando el índice supe­rior de  toda­vía ; pero debe­mos recor­dar que estos índi­ces siem­pre empi­e­zan de nuevo para cada cálculo inde­pen­di­ente, y que la Opera­ción 25 coloca en  el primer valor para el nuevo cálculo.

Debe­mos comen­tar que, cuando se repite el grupo (13…23), se produ­cen cambios en algu­nos de los índice supe­ri­o­res durante el trans­curso de la repe­ti­ción. Por ejem­plo,  se torna­ría en  y .

Vemos así que, cuando , se usan nueve tarje­tas de Opera­ción; cuando , se usan catorce tarje­tas de Opera­ción; y cuando , se usan vein­ti­cinco tarje­tas de Opera­ción; pero que no hacen falta más, por muy grande que sea ; y no solo esto, sino que estas mismas vein­ti­cinco tarje­tas bastan para el cálculo suce­sivo de todos los Núme­ros de  a  inclu­sive. Con respecto al número de tarje­tas de Vari­a­ble, debe­mos recor­dar, por las expli­ca­ci­o­nes de Notas ante­ri­o­res, que se estima una media de tres tarje­tas de este tipo por cada opera­ción (sin embargo, no por cada tarjeta de Opera­ción). Según esto, el cálculo de  nece­si­tará de vein­ti­si­ete tarje­tas de Vari­a­ble; , cuarenta y dos tarje­tas; , setenta y cinco; y, para cada poste­rior a , habrá treinta y tres tarje­tas de Vari­a­ble adici­o­na­les (ya que cada repe­ti­ción del grupo (13…23) añade once al número de opera­ci­o­nes nece­sa­rias para calcu­lar el  ante­rior). Ahora debe­mos expli­car que, para cada ciclo de opera­ci­o­nes, si estas opera­ci­o­nes solo nece­si­tan que les propor­ci­o­nen núme­ros de los mismos pares de colum­nas, e igual­mente, que cada opera­ción colo­que su resul­tadoen la misma columna para cada repe­ti­ción de todo el grupo, enton­ces el proceso admite un ciclo de tarje­tas de Vari­a­ble para efec­tuar sus obje­ti­vos. Obvi­a­mente, hay mucha más sime­tría y simpli­ci­dad en las confi­gu­ra­ci­o­nes cuando los casos también admi­ten repe­tir las tarje­tas de Vari­a­ble además de las de Opera­ción. Nues­tro ejem­plo actual es de esta natu­ra­leza. La única excep­ción para que haya una iden­ti­dad perfecta en todos los proce­sos y colum­nas utili­za­das, para cada repe­ti­ción de las Opera­ci­o­nes (13…23), es que la Opera­ción 21 siem­pre nece­sita reci­bir uno de sus facto­res de una columna nueva y la Opera­ción 24 siem­pre coloca su resul­tado en una columna nueva. Pero, como estas vari­a­ci­o­nes siguen la misma ley en cada repe­ti­ción (la Opera­ción 21 siem­pre nece­sita obte­ner su factor de una columna una posi­ción más allá de la que se utilizó la vez ante­rior, y la Opera­ción 24 siem­pre coloca su resul­tado en una columna una posi­ción más allá de la que reci­bió el resul­tado ante­rior), se pueden mante­ner fácil­mente al confi­gu­rar el grupo (o ciclo) recur­rente de tarje­tas de Vari­a­ble.

Aquí debe­mos comen­tar que la esti­ma­ción para la media de tres tarje­tas de Vari­a­ble por cada opera­ción no debe tomarse como canti­dad abso­luta y lite­ral­mente correcta para todos los casos y circuns­tan­cias. Muchas circuns­tan­cias espe­ci­a­les, ya sea por la natu­ra­leza del problema o por las confi­gu­ra­ci­o­nes de la máquina ante cier­tas contin­gen­cias, influyen y modi­fi­can esta media en mayor o menor medida; pero es seguro y correcto asumirlo como regla gene­ral. En el caso ante­rior, nos dará setenta y cinco tarje­tas de Vari­a­ble como número total nece­sa­rio para calcu­lar cual­quier  después de . Esto se acerca mucho a la canti­dad exacta usada real­mente, pero no pode­mos abor­dar aquí los porme­no­res de las circuns­tan­cias parti­cu­la­res que se dan en este ejem­plo (como proba­ble­mente, de hecho, de la mayo­ría de los cálcu­los, en alguna de sus fases) que modi­fi­can lige­ra­mente este número.

Es obvio que las mismas setenta y cinco tarje­tas de Vari­a­ble pueden repe­tirse para calcu­lar cual­quier Número subsi­gui­ente, justo en base al mismo prin­ci­pio que admite repe­tir las treinta y tres tarje­tas de Vari­a­ble de las Opera­ci­o­nes (13…23) en el cálculo de cual­quier Número. Así tendre­mos un ciclo de ciclos de tarje­tas de Vari­a­ble.

Si apli­ca­mos ahora la nota­ción de ciclos expli­cada en la Nota E, pode­mos expre­sar las opera­ci­o­nes para calcu­lar los núme­ros de Bernou­lli de la sigui­ente forma:

De nuevo,

repre­senta el total de opera­ci­o­nes para calcu­lar cual­quier número suce­sivo, desde  a  inclu­sive.

En esta fórmula pode­mos ver un ciclo vari­a­ble de primer orden, y un ciclo ordi­na­rio de segundo orden. El último ciclo, en este caso, incluye el ciclo vari­a­ble dentro de sí.

Al inspec­ci­o­nar las diez Vari­a­bles de Trabajo del diagrama, pode­mos obser­var que, aunque el valor de todas ellas (excep­tu­ando  y ) sufre una serie de cambios, la función que realiza cada una de ellas es fija e inva­ri­a­ble. Así,  siem­pre prepara los nume­ra­do­res de los facto­res de cual­quier , los deno­mi­na­do­res siem­pre recibe el factor -ésimo de  y  el -ésimo.  siem­pre decide cuál de las dos rutas seguirán los proce­sos subsi­gui­en­tes, consul­tando el valor de medi­ante una sustrac­ción; etcé­tera. Pero no enume­ra­re­mos más. Es dese­a­ble confi­gu­rar los proce­sos en todos los cálcu­los para que la función asig­nada a las Vari­a­bles sea lo más uniforme y fija posi­ble.

Supo­ni­endo que quisi­é­ra­mos no solo tabu­lar , etcé­tera, sino , etcé­tera, enton­ces solo tene­mos que desig­nar otra serie de Vari­a­bles, , etcé­tera, para que reci­ban estes últi­mos resul­ta­dos mien­tras se van gene­rando en . O, de nuevo, en lugar de esto, o adici­o­nal­mente a esta segunda serie de resul­ta­dos, podrí­a­mos querer tabu­lar el valor de cada término total suce­sivo de la serie (8.), es decir, , etcé­tera. Luego solo tene­mos que multi­pli­car cada  por su corres­pon­di­ente , mien­tras se van gene­rando, y colo­car estos suce­si­vos produc­tos en colum­nas de Resul­tado desig­na­das a este objeto.

La fórmula (8.) es inter­e­sante también desde otro punto de vista. Es un caso parti­cu­lar de la inte­gral gene­ral de la sigui­ente ecua­ción dife­ren­cial mixta:

para cier­tas supo­si­ci­o­nes espe­ci­a­les con respecto a  y .

La inte­gral gene­ral en sí es de la forma

y merece la pena seña­lar que la máquina podría (de manera más o menos simi­lar a lo ante­rior) calcu­lar el valor de esta fórmula, además de casi todas las otrashipó­te­sis sobre las funci­o­nes en la inte­gral con tanta (o, en muchos casos, con mayor) faci­li­dad que con la fórmula (8.).

Augusta Ada Love­lace

Dosci­en­tos años después del naci­mi­ento de Ada Love­lace, las muje­res siguen teni­endo un extra de difi­cul­ta­des para desen­vol­verse en un mundo que las discri­mina de diver­sas formas. Los campos de la cien­cia y la tecno­lo­gía no son una excep­ción. Si quie­res ayudar a crear una comu­ni­dad verda­de­ra­mente acce­si­ble, diversa e igua­li­ta­ria, puedes donar a alguna de las orga­ni­za­ci­o­nes dedi­ca­das a promo­ver la inclu­sión de las muje­res en la tecno­lo­gía.

CC BY-SA 2014 • Gabriel Rodrí­guez Albe­rich