Declaración sobre los 4 años del GDPR

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Àmbits Temàtics

El GDPR no cambió una cultura de incum­pli­mi­ento. Cuando el GDPR entró en vigor el 25 de mayo de 2018, se perci­bió como un momento deci­sivo. Los comen­ta­rios esta­ban a medio camino entre que la UE se tomara en serio la priva­ci­dad y que Inter­net se rompi­era a medi­a­no­che. Los últi­mos cuatro años han demos­trado que una ley por sí sola no cambia los mode­los de nego­cio que se basan en el abuso de los datos perso­na­les y una cultura dentro de la profe­sión de la priva­ci­dad que a menudo se centra en encu­brir el incum­pli­mi­ento. Tras un primer momento de conmo­ción, gran parte de la indus­tria de los datos ha apren­dido a vivir con el RGPD sin cambiar real­mente sus prác­ti­cas. Esto se hace prin­ci­pal­mente igno­rando los dere­chos de los usua­rios y sali­én­dose con la suya.

La cultura del RGPD: burla y hosti­li­dad abier­tas. Esto se traduce a menudo en que se menos­pre­cian los dere­chos funda­men­ta­les. El dere­cho funda­men­tal a la protec­ción de datos no se respeta ni se percibe como resul­tado de un largo proceso democrá­tico, sino que se burla como una locura o «impo­si­ble de cumplir». Las auto­ri­da­des y las orga­ni­za­ci­o­nes sin ánimo de lucro que inten­tan hacer cumplir la ley tal y como está son objeto de una hosti­li­dad abierta y de acusa­ci­o­nes, como que su apli­ca­ción «mata­ría la inno­va­ción». Casi ningún otro ámbito del dere­cho está poli­ti­zado hasta ese punto; al menos, nunca he oído que se igno­ren abier­ta­mente los códi­gos de cons­truc­ción o fisca­les con el argu­mento de que su cumpli­mi­ento «soca­va­ría el modelo de nego­cio» de una empresa. La burbuja de la priva­ci­dad acepta estas narra­ti­vas como un argu­mento legí­timo.

Diná­mica de cumpli­mi­ento del GDPR. El GDPR no ha conse­guido (toda­vía) salir de una condi­ción pree­xis­tente: una espi­ral descen­dente de más y más incum­pli­mi­ento y no apli­ca­ción. Al igual que cuando partes de una ciudad se convi­er­ten en una zona prohi­bida para los delin­cu­en­tes que son aban­do­na­dos por la poli­cía, parece que muchas auto­ri­da­des de protec­ción de datos han perdido el control sobre muchas áreas de la esfera digi­tal. Las empre­sas se dan cuenta de que los compe­ti­do­res no cumplen y de que actuar legal­mente no es renta­ble. Cuanto más se exti­enda el incum­pli­mi­ento, más difí­cil será para las auto­ri­da­des recu­pe­rar el control con recur­sos limi­ta­dos

Falta de apli­ca­ción por parte de las APD. La falta de apli­ca­ción real y, por tanto, la ausen­cia de un efecto disu­a­so­rio en otras empre­sas echa más leña al fuego. De los cerca de 50 casos inter­na­ci­o­na­les que noyb ha presen­tado en los últi­mos cuatro años, ninguno ha visto aún una deci­sión final. Mes a mes, sin una apli­ca­ción adecu­ada, será más difí­cil recon­du­cir esta situ­a­ción. Mien­tras que algu­nas auto­ri­da­des pare­cen preo­cu­parse más por la percep­ción pública si real­mente hici­e­ran cumplir la ley, otras pare­cen haberse dado cuenta de la situ­a­ción y hacen lo posi­ble por ponerse en marcha. No obstante, el tiempo apre­mia y parece que nos acer­ca­mos a una situ­a­ción en la que el RGPD será total­mente igno­rado, al igual que la ante­rior Direc­tiva de Protec­ción de Datos de la UE de 1995.

Proble­mas técni­cos. Sobre el terreno, las auto­ri­da­des (y los inter­e­sa­dos) sufren a menudo proble­mas muy técni­cos crea­dos por los dife­ren­tes proce­di­mi­en­tos naci­o­na­les, los recur­sos limi­ta­dos, la falta de perso­nal capa­ci­tado o los tribu­na­les que se apre­su­ran a anular las deci­si­o­nes. Estos proble­mas no acapa­ran los titu­la­res, pero son las razo­nes por las que, a día de hoy, noyb tiene que ocuparse de cues­ti­o­nes de proce­di­mi­ento más que de cues­ti­o­nes de priva­ci­dad.

noyb: Primero te igno­ran, luego luchan contra ti, luego ganas. En este contexto más amplio, el papel de la noyb ha expe­ri­men­tado un cambio muy inter­e­sante en 2022. Muchos acto­res del sector ven como un insulto que los usua­rios puedan real­mente exigir el cumpli­mi­ento del GDPR y se atre­van a acudir a los tribu­na­les por sus dere­chos. Aunque los tribu­na­les suelen ser el hábi­tat natu­ral de cual­quier abogado, vemos que los aboga­dos se indig­nan cada vez más por nues­tro trabajo. Perso­nal­mente, veo esto como una señal de nues­tro extra­or­di­na­rio éxito como pequeña orga­ni­za­ción que toda­vía era igno­rada hace uno o dos años.

El camino a seguir. Para muchos dere­chos funda­men­ta­les se nece­si­ta­ron siglos para esta­ble­cer­los, defen­der­los y apli­car­los. Todos ellos son conti­nu­a­mente ataca­dos y hay que traba­jar en ellos cada día. No debe sorpren­der que ocurra lo mismo con el dere­cho a la protec­ción de datos. Las auto­ri­da­des tendrán que apren­der que a nadie le gustan los orga­nis­mos de control, pero que su papel es crucial para nues­tras soci­e­da­des digi­ta­les. Las empre­sas tienen que apren­der que hay conse­cu­en­cias. Los aboga­dos del sector tendrán que apren­der que sus puntos de vista serán cues­ti­o­na­dos ante las auto­ri­da­des de protec­ción de datos y los tribu­na­les. Los acti­vis­tas de la priva­ci­dad tendrán que apren­der que no basta con apro­bar una ley, sino que también hay que hacerla cumplir. Tene­mos muchas ganas de traba­jar en esto en los próxi­mos años.