Antifeminismo

Imatge
Àmbits de Treball

Una forma de violen­cia digi­tal en América Latina

El anti­fe­mi­nismo se ha conver­tido en uno de los elemen­tos discur- sivos centra­les de las nuevas dere­chas popu­lis­tas en Europa y en Amé­rica Latina. Si bien en la calle no ha sido capaz de supe­rar la movi­li­za­ci­ón popu­lar femi­nista, en las redes soci­a­les el anti­fe­mi­nismo ha conse­guido visi­bi­li­zarse a través de prác­ti­cas que combi­nan el cibe­ra­coso con otras violen­cias digi­ta­les, y que tienen por obje­tivo silen­ciar a las acti­vis­tas femi­nis­tas y hacer apare­cer como hege­móni- cos discur­sos que son mino­ri­ta­rios en las soci­e­da­des.

Desde Tiju­ana hasta Maga­lla­nes, el movi­mi­ento femi­nista se ha hecho cada vez más presente en las calles y plazas de América Latina, hasta el punto de conver­tirse en uno de los prin­ci­pa­les agen­tes del actual ciclo de movi­li­za­ción y de cambio. Miles de muje­res han parti­ci­pado en marchas y recla­mos para exigir el dere­cho a dispo­ner de una vida digna, en liber­tad y sin violen­cia. La movi­li­za­ción femi­nista en el espa­cio público es solo la punta del iceberg de un cambio cultu­ral más profundo que afecta la región. De acuerdo con la encu­esta desar­ro­llada por Ipsos Mori en 2019, « Acti­tu­des globa­les sobre la equi­dad de género », países como Brasil, Chile, Colom­bia, México y Perú se cuen­tan entre los diez prime­ros en porcen­taje de perso­nas que se iden­ti­fi­can a sí mismas como femi­nis­tas, muy por encima de Fran­cia, Canadá, Alema­nia o Países Bajos; lo que contrasta con los imagi­na­rios popu­la­res sobre América Latina y Europa.

No obstante, esta presen­cia abru­ma­dora del movi­mi­ento en las calles choca con la reac­ción anti­fe­mi­nista que se observa espe­ci­al­mente en el ámbito digi­tal, donde se han multi­pli­cado las amena­zas, los discur­sos de odio y los insul­tos contra cual­quier usua­ria sospe­chosa de simpa­ti­zar con el femi­nismo. Este no es un fenó­meno exclu­si­va­mente lati­no­a­me­ri­cano, sino que sigue una tenden­cia antes obser­vada en Esta­dos Unidos y también en España: cuando más fuerte es el femi­nismo en las calles, más crece su oposi­ción en las redes soci­a­les. Podría pare­cer que se trata de una mero rechazo espontá­neo y emoci­o­nal por parte de suje­tos machis­tas que se oponen a los avan­ces en las polí­ti­cas de igual­dad y reco­no­ci­mi­ento. Sin embargo, esta expli­ca­ción ignora un factor clave: el movi­mi­ento anti­fe­mi­nista actúa a menudo como un contra­mo­vi­mi­ento orga­ni­za­doJ. Bonet-Martí: « Los anti­fe­mi­nis­mos como contra­mo­vi­mi­ento: una revi­sión bibli­ográ­fica de las prin­ci­pa­les pers­pec­ti­vas teóri­cas y de los deba­tes actu­a­les » en Tekno­cul­tura vol. 18 No 1, 2021.

'" @mou­se­le­ave="opened=false;foot­note=''">1, por lo que no puede expli­carse tan solo por acti­tu­des o prejui­cios como la miso­gi­nia o el machismo, aunque clara­mente se alimente de estos y contri­buya a su expan­sión.

De hecho, el anti­fe­mi­nismo actual se arti­cula a través de una red de orga­ni­za­ci­o­nes y movi­mi­en­tos diver­sos y no siem­pre congru­en­tes entre sí, que han sabido gene­rar marcos discur­si­vos reac­ci­o­na­rios de contes­ta­ción a las deman­das femi­nis­tas, así como esta­ble­cer alian­zas con otros movi­mi­en­tos neocon­ser­va­do­res y popu­lis­tas de dere­cha. Así, el anti­fe­mi­nismo se ha conver­tido hoy en uno de los elemen­tos discur­si­vos centra­les del nuevo popu­lismo de dere­cha, tal y como se ha eviden­ci­ado durante la presi­den­cia de Jair Bolso­naro en Brasil, con su volun­tad de limi­tar y prohi­bir la educa­ción sexual y de género en el currí­cu­lum educa­tivo; durante el refe­rén­dum sobre los Acuer­dos de Paz en Colom­bia, cuando la dere­cha reli­gi­osa se movi­lizó para mostrar su rechazo aduci­endo que estos acuer­dos refor­za­ban la pers­pec­tiva de género; y también en Perú, en la alianza entre el fuji­mo­rismo y la extrema dere­cha evan­gé­lica, una de las prin­ci­pa­les impul­so­ras de la campaña « Con mis hijos no te metas » (cmhntm), contra­ria a la imple­men­ta­ción del enfo­que de género en el currí­cu­lum educa­tivo y que logró expan­dirse a dife­ren­tes países de la región.

Una de las carac­te­rís­ti­cas de este anti­fe­mi­nismo es su parti­ci­pa­ción en las redes soci­a­les, que no se limita solo a difun­dir su discurso a través de hash­tags como #Abor­to­No­Es­NiU­na­Me­nos, #Adop­ci­on­Pre­na­tal, #ElAborto NoSe­Ce­le­bra, #NoALaI­de­o­lo­gi­a­De­Ge­nero o #Salve­mos­Las­Dos­Vi­das, sino que ampara y difunde dife­ren­tes formas de cibe­ra­coso y otros modos de violen­cia digi­tal contra acti­vis­tas y muje­res con rele­van­cia pública en la red por expre­sar posi­ci­o­nes profe­mi­nis­tas. De este modo, tal y como ya denun­ció Amnis­tía Inter­na­ci­o­nal en un informe publi­cado en 2018Am­nis­tía Inter­na­ci­o­nal: « Toxic Twit­ter: A Toxic Place for Women », 2018, dispo­ni­ble en www.amnesty.org/en/latest/rese­arch/2018/03/online-violence-against-women-chap­ter-1–1/.

'" @mou­se­le­ave="opened=false;foot­note=''">2, redes como Twit­ter han pasado a ser un lugar tóxico para acti­vis­tas, peri­o­dis­tas y muje­res con rele­van­cia pública que se han conver­tido en objeto de dife­ren­tes violen­cias.

La matriz reli­gi­osa del anti­fe­mi­nismo lati­no­a­me­ri­cano

El anti­fe­mi­nismo lati­no­a­me­ri­cano se distin­gue de los anti­fe­mi­nis­mos euro­peos por el mayor peso que adqui­ere el compo­nente reli­gi­oso en su arti­cu­la­ción, así como por su carác­ter más preven­tivo que reac­tivo. Mien­tras que en Europa el anti­fe­mi­nismo ha adop­tado ropa­jes más secu­la­res (mascu­li­nismo, ciber­mi­so­gi­nia, posfe­mi­nismo, etc.), en el caso de América Latina se ha basado en una alianza entre el conser­va­du­rismo cató­lico y la nueva dere­cha cris­ti­ana evan­gé­lica, con el fin de bloquear la apro­ba­ción de polí­ti­cas de igual­dad y el reco­no­ci­mi­ento de los dere­chos sexu­a­les y repro­duc­ti­vos.

En este contexto, es preciso seña­lar que a pesar de la rele­van­cia que pueda haber tenido la voz de deter­mi­na­dos carde­na­les y obis­pos contra el reco­no­ci­mi­ento del matri­mo­nio igua­li­ta­rio y de los dere­chos sexu­a­les y repro­duc­ti­vos, han sido sobre todo los líde­res evan­gé­li­cos, del ala conser­va­dora, quie­nes más han desta­cado en su tarea de acti­var la movi­li­za­ción contra las deman­das femi­nis­tas. Es por ello que, si quere­mos cono­cer cómo operan los anti­fe­mi­nis­mos lati­no­a­me­ri­ca­nos, es preciso aten­der a la trans­for­ma­ción de la compo­si­ción reli­gi­osa de la región y a la dere­chi­za­ción ideo­ló­gica que ha afec­tado a deter­mi­na­dos secto­res de las igle­sias cató­lica y evan­gé­li­cas.

De acuerdo con datos de Lati­no­ba­ró­me­tro de 2021, 83,4% de la pobla­ción lati­no­a­me­ri­cana declara profe­sar algún tipo de reli­gión, de la cual 68,3% se declara cató­lica, seguida de 27,6% que se adscribe a un culto evan­gé­li­co­Cor­po­ra­ción Lati­no­ba­ró­me­tro: Informe 2021, Santi­ago de Chile, 2021.

'" @mou­se­le­ave="opened=false;foot­note=''">3. Si bien América Latina conti­núa siendo la región con mayor porcen­taje de pobla­ción cató­lica del mundo, esta ha ido descen­di­endo en las últi­mas déca­das, y lo ha hecho a partir de dos fenó­me­nos conco­mi­tan­tes: por una parte, la tenden­cia a la secu­la­ri­za­ción, espe­ci­al­mente avan­zada en los países del Cono Sur: Uruguay, Chile y Argen­tina; y por otra, el creci­mi­ento del culto evan­gé­lico, que en el caso de los países centro­a­me­ri­ca­nos ha llegado a igua­lar e incluso a supe­rar a los adep­tos al cato­li­cismo.

Asimismo, cabe seña­lar que cier­tos secto­res de las igle­sias cató­lica y evan­gé­li­cas han sufrido un proceso de dere­chi­za­ción, que tiene su origen en la oposi­ción a las teolo­gías de la libe­ra­ción que se desar­ro­lla­ron en el conti­nente a partir de los años 60. En el caso del cato­li­cismo, esta reac­ción se hizo mani­fi­esta durante el papado de Juan Pablo ii en los años 80 y en el ascenso en la región de orga­ni­za­ci­o­nes conser­va­do­ras como el Opus Dei o los movi­mi­en­tos carismá­ti­cos; respecto del evan­ge­lismo, esta influ­en­cia se vincula con el domi­nio que ha ejer­cido un deter­mi­nado sector de las igle­sias evan­gé­li­cas de eeuu, que ha enar­bo­lado la oposi­ción a cual­quier avance en los dere­chos sexu­a­les y repro­duc­ti­vos, abogando por una nueva agenda moral basada en la defensa de la fami­lia y los valo­res tradi­ci­o­na­les. 

Estos secto­res, que pode­mos carac­te­ri­zar de « nueva dere­cha cris­ti­ana lati­no­a­me­ri­cana » por analo­gía con la esta­dou­ni­dense, dispo­nen actu­al­mente de un creci­ente número de alta­vo­ces mediá­ti­cos: cana­les de tele­vi­sión, emiso­ras de radio y, sobre todo, una presen­cia muy activa en las redes soci­a­les, a través de las cuales hacen llegar su mensaje a dife­ren­tes secto­res de la pobla­ción, desde las capas más acomo­da­das hasta los secto­res más humil­des.

Asimismo, en los últi­mos años se eviden­cia que esta nueva dere­cha evan­gé­lica ha forta­le­cido su alianza con el neocon­ser­va­du­rismo cató­li­co­Cris­tina Vega: « La ideo­lo­gía de género y sus destre­zas » en Karin Gabbert y Miriam Lang (eds.): ¿Cómo se sosti­ene la vida en América Latina? Femi­nis­mos y re-exis­ten­cias en tiem­pos de oscu­ri­dad, Edici­o­nes Abya Yala / Funda­ción Rosa Luxem­burgo, Quito, 2019.

'" @mou­se­le­ave="opened=false;foot­note=''">4, repre­sen­tado por orga­ni­za­ci­o­nes de matriz española como el Opus Dei, el Camino Neoca­te­cu­me­nal o, espe­ci­al­mente, grupos de presión como Citi­zenGo, impul­sado en 2013 por la orga­ni­za­ción ultra­con­ser­va­dora española Hazte Oír y que dispone de una influ­en­cia creci­ente en el ámbito lati­no­a­me­ri­cano. Esta influ­en­cia se eviden­ció en las campañas #sosJe­a­ni­ne­Añez para pedir la liber­tad de la ex-manda­ta­ria boli­vi­ana, en prisión por su parti­ci­pa­ción en el golpe de Estado de 2019, y #ConMis­Hi­jos­No­Te­Me­tas, que contó también con el apoyo de dife­ren­tes igle­sias evan­gé­li­cas.

Igual­mente, cabe seña­lar el surgi­mi­ento de colec­ti­vos y redes trans­na­ci­o­na­les que agru­pan al neocon­ser­va­do­rismo cató­lico y evan­gé­lico, que se carac­te­ri­zan por la defensa de los roles de género y de los mode­los fami­li­a­res consi­de­ra­dos tradi­ci­o­na­les y que perci­ben el femi­nismo como una amenaza a lo que deno­mi­nan « fami­lia cris­ti­ana ». 

A menudo, estos colec­ti­vos se auto­de­no­mi­nan « defen­so­res de la fami­lia tradi­ci­o­nal » y emplean la expre­sión « ideo­lo­gía de género » –sur­gida en el seno de los secto­res más conser­va­do­res de la Igle­sia cató­lica durante el papado de Juan Pablo ii para desa­cre­di­tar el pensa­mi­ento y las deman­das femi­nis­tas y lgbti+–, centrando su línea de actu­a­ción en la oposi­ción al aborto, a la intro­duc­ción de la educa­ción sexo­a­fec­tiva en las escu­e­las y al reco­no­ci­mi­ento de la diver­si­dad de mode­los fami­li­a­res. Ejem­plos de estas redes trans­na­ci­o­na­les neocon­ser­va­do­ras serían el Congreso Ibero­a­me­ri­cano por la Vida y la Fami­lia, o la Unión Ibero­a­me­ri­cana de Parla­men­ta­rios Cris­ti­a­nos lide­rada por Fabri­cio Alva­rado, polí­tico evan­gé­lico y conser­va­dor costar­ri­cense cuya carrera polí­tica ha estado marcada por su oposi­ción al aborto, al matri­mo­nio igua­li­ta­rio, a las técni­cas de repro­duc­ción asis­tida y a la incor­po­ra­ción de la educa­ción sexual y de género.

Frente a este anti­fe­mi­nismo de corte más tradi­ci­o­nal, también se eviden­cia en tiem­pos reci­en­tes la apari­ción de otras formas de anti­fe­mi­nismo secu­lar no vincu­la­das direc­ta­mente con la matriz reli­gi­osa, pero que desta­can por compa­ti­bi­li­zar sus críti­cas al femi­nismo con la defensa a ultranza del libe­ra­lismo econó­mico. A dife­ren­cia del anti­fe­mi­nismo reli­gi­oso, cuyo obje­tivo es inci­dir en la polí­tica a través de la movi­li­za­ción del voto reli­gi­oso y del apoyo a los polí­ti­cos compro­me­ti­dos con su programa moral, este anti­fe­mi­nismo ultra­li­be­ral manti­ene una doble orien­ta­ción: inci­dir en la esfera pública a través de las deno­mi­na­das bata­llas cultu­ra­les y cons­ti­tuir nuevos parti­dos, para así ocupar el poder polí­tico y desar­ro­llar su programa de reba­jas fisca­les y desman­te­la­mi­ento de los servi­cios asis­ten­ci­a­les en bene­fi­cio de las capas más adine­ra­das. En este sentido, se compa­ti­bi­liza la defensa de la insti­tu­ción fami­liar y de los roles de género tradi­ci­o­na­les con el neoli­be­ra­lismo, al conver­tirse tales roles en garan­tes de la provi­sión social que debe reali­zarse al margen de la inter­ven­ción del Estado.

Una de las ideas claves de este anti­fe­mi­nismo es la victi­mi­za­ción imagi­na­ria que afec­ta­ría a los hombres que esta­rían en una posi­ción de sumi­sión, lo que genera una suerte de inver­sión simbó­lica. A dife­ren­cia del anti­fe­mi­nismo reli­gi­oso, este nuevo anti­fe­mi­nismo se desar­ro­lla sobre todo en soci­e­da­des más secu­la­ri­za­das y está repre­sen­tado en Argen­tina por comu­ni­ca­do­res y polí­ti­cos pale­o­li­ber­ta­rios como Javier Milei e inte­lec­tu­a­les-influ­en­cers como Agus­tín Laje, y en el caso de Chile, por José Anto­nio Kast, quien combina elemen­tos de anti­fe­mi­nismo secu­lar y reli­gi­oso. Un caso más extremo de esta alianza entre ambos anti­fe­mi­nis­mos es el de Jair Bolso­naro en Brasil, quien ha sabido combi­nar el apoyo de las clases media y alta brasi­leña del sur-sureste y centro-oeste del país, dese­osa de polí­ti­cas secu­ri­ta­rias y reba­jas fisca­les, con el voto reli­gi­oso del preo­cu­pado por la agenda moral, que provi­ene mayo­ri­ta­ri­a­mente de las capas popu­la­res del norte-noreste del país.

La reac­ción digi­tal

Si bien no pode­mos menos­pre­ciar el peso del anti­fe­mi­nismo en la región y su capa­ci­dad de movi­li­za­ción ciuda­dana, refle­jada en las marchas contra la « ideo­lo­gía de género » en México y Colom­bia en 2016, en Ecua­dor y Uruguay en 2017 y 2018, y en Perú en 2017 y 2019, o en las mani­fes­ta­ci­o­nes contra la lega­li­za­ción del aborto en Argen­tina en 2018 y 2019, su capa­ci­dad de inci­den­cia ha quedado eclip­sada por las histó­ri­cas movi­li­za­ci­o­nes impul­sa­das por el movi­mi­ento femi­nista, tales como el Paro Inter­na­ci­o­nal de Muje­res del 8 de marzo, o aque­llas por los dere­chos sexu­a­les y repro­duc­ti­vos y contra los femi­ni­ci­dios que se han desar­ro­llado en distin­tos países como Argen­tina, México, Colom­bia, Boli­via o Chile. 

Las movi­li­za­ci­o­nes femi­nis­tas en la región han supe­rado clara­mente a las anti­fe­mi­nis­tas. Esto ha llevado al anti­fe­mi­nismo a orien­tar su acción al ámbito de las redes soci­a­les, que se convi­er­ten en un espa­cio de impu­ni­dad y violen­cia contra las acti­vis­tas femi­nis­tas. Si en sus inicios inter­net fue visto como un espa­cio de comu­ni­ca­ción libre y hori­zon­tal que abría nuevos hori­zon­tes de posi­bi­li­dad a los colec­ti­vos margi­na­li­za­dos, la pene­tra­ción de los discur­sos de odio y la multi­pli­ca­ción de ataques contra acti­vis­tas o muje­res compro­me­ti­das en la lucha por la igual­dad y no discri­mi­na­ción están convir­ti­endo las redes soci­a­les en un terri­to­rio cada vez más hostil para expre­sar recla­mos femi­nis­tas. Un ejem­plo de cómo operan estos ataques y sus efec­tos pode­mos encon­trarlo en el informe de Amnis­tía Inter­na­ci­o­nal « Cora­zo­nes verdes. Violen­cia online contra las muje­res durante el debate por la lega­li­za­ción del aborto en Argen­tina »Amnis­tía Inter­na­ci­o­nal: « Cora­zo­nes verdes. Violen­cia online contra las muje­res durante el debate por la lega­li­za­ción del aborto en Argen­tina », 2019, dispo­ni­ble en https://amnis­tia.org.ar/cora­zo­nes­ver­des/informe-cora­zo­nes-verdes.

'" @mou­se­le­ave="opened=false;foot­note=''">5, en el que se reco­gen las dife­ren­tes formas de violen­cia y abuso online que sufri­e­ron las muje­res en las redes soci­a­les durante el debate sobre la inter­rup­ción legal del emba­razo. 

Estos ataques acos­tum­bran a adqui­rir un carác­ter masivo, enmas­carán­dose en el anoni­mato de la red, y a seguir cier­tos patro­nes estra­té­gi­cos simi­la­res a los que hemos obser­vado en Europa y eeuu. En un estu­dio reci­ente impul­sado por el Fondo de Muje­res Cala­la­Di­ana Morena-Bala­guer, Gloria García-Rome­ral y Mar Bini­me­lis-Adell: « Diag­nós­tico sobre las violen­cias de género contra acti­vis­tas femi­nis­tas en el ámbito digi­tal », Fondo de Muje­res Calala / Univer­si­tat de Vic, 2022.

'" @mou­se­le­ave="opened=false;foot­note=''">6, se eviden­cia cómo estos discur­sos a menudo ampa­ran, legi­ti­man y acti­van dife­ren­tes formas de violen­cia digi­tal contra acti­vis­tas femi­nis­tas y muje­res, apro­ve­chán­dose de los vacíos lega­les exis­ten­tes en el ámbito de los discur­sos de odio y las violen­cias digi­ta­les. De este modo, el anti­fe­mi­nismo no repre­senta sola­mente una amenaza discur­siva a los proce­sos demo­cra­ti­za­do­res en curso, sino que supone una amenaza a la inte­gri­dad y a la segu­ri­dad de las muje­res que puede llegar a ampa­rar acci­o­nes violen­tas, adop­tando con frecu­en­cia la forma de un enjam­bre en el que la persona conver­tida en obje­tivo recibe múlti­ples violen­cias simultá­neas frente a las cuales es impo­si­ble reac­ci­o­nar. Entre las distin­tas formas de violen­cia digi­tal impli­ca­das en los ataques anti­fe­mi­nis­tas, pode­mos encon­trar cibe­ra­coso, insul­tos, amena­zas, induc­ción al suici­dio, rele­va­mi­ento de datos perso­na­les o priva­dos (doxing), discur­sos de odio, repor­tes falsos con obje­tivo de silen­ciar cuen­tas y, en algu­nos casos, el acceso no auto­ri­zado a las propias cuen­tas perso­na­les.

La natu­ra­leza y el carác­ter masivo de estos ataques eviden­cian que no se trata de fenó­me­nos aisla­dos, sino que suelen respon­der a una estra­te­gia plani­fi­cada. De hecho, muchas de estas formas de violen­cia tienen como obje­tivo acallar las voces femi­nis­tas que pueden llegar a expre­sarse o adqui­rir rele­van­cia en las redes, con el fin de gene­rar una espi­ral del silen­ci­o­E­li­sa­beth Noelle-Neumann: La espi­ral del silen­cio. Opinión pública: nues­tra piel social, Paidós, Buenos Aires, 2010.

'" @mou­se­le­ave="opened=false;foot­note=''">7 en la que las voces femi­nis­tas tien­dan a auto­cen­su­rarse y aparez­can cada vez más como mino­ri­ta­rias. Para ello, se utiliza tanto a usua­rios reales como bots auto­ma­ti­za­dos cuya función es ampli­fi­car el ataque y el discurso de odio implí­cito, amparán­dose en la ausen­cia legal de respon­sa­bi­li­da­des por parte de las gran­des compañías tecno­ló­gi­cas, cuya inac­ción genera un senti­mi­ento de inde­fen­sión en las muje­res que sufren estas violen­cias.

Asimismo, estos ataques gene­ran entre los atacan­tes un senti­mi­ento de perte­nen­cia a una comu­ni­dad, al sentirse partí­ci­pes de una acción y mante­ner un discurso compar­tido que es utili­zado para deni­grar a las acti­vis­tas femi­nis­tas (« femi­nazi », « ideo­lo­gía de género », etc.), y que es ampli­fi­cado por los influ­en­cers digi­ta­les asoci­a­dos a las nuevas dere­chas popu­lis­tas, que en muchos casos actúan como seña­la­do­res de los obje­ti­vos e impul­so­res de los ataques. Por otra parte, se eviden­cia una afini­dad cada vez mayor entre las cuen­tas polí­ti­cas de los parti­dos y líde­res popu­lis­tas de la dere­cha radi­cal y los influ­en­cers anti­fe­mi­nis­tas, a punto tal que los prime­ros compar­ten frecu­en­te­mente el conte­nido de los segun­dos. Otro efecto obser­va­ble de esta espi­ral del silen­cio es que, al acallar las voces profe­mi­nis­tas, el anti­fe­mi­nismo puede llegar a presen­tarse como hege­mó­nico en deter­mi­na­das comu­ni­da­des virtu­a­les.

La sombra de la extrema dere­cha 2.0

Si bien la alianza entre el movi­mi­ento anti­fe­mi­nista y el pensa­mi­ento ultra­con­ser­va­dor no es nueva, sí lo es la centra­li­dad que el anti­fe­mi­nismo está adqui­ri­endo dentro de los discur­sos de las nuevas dere­chas popu­lis­tas radi­ca­les, que han sabido actu­a­li­zar su relato y adap­tar sus prác­ti­cas a la nueva reali­dad del mundo digi­tal, tal y como describe Steven FortiS. Forti: Extrema dere­cha 2.0. Qué es y cómo comba­tirla, Siglo XXI, Madrid, 2021.

'" @mou­se­le­ave="opened=false;foot­note=''">8. Nuria Alabao apunta que las forma­ci­o­nes popu­lis­tas han situ­ado en el centro de su discurso las deno­mi­na­das « guer­ras de género », dentro de la narra­tiva de las « guer­ras cultu­ra­les », a fin de impul­sar una dere­chi­za­ción del cuerpo social que vuelve a poner en el centro los concep­tos de fami­lia y naci­ónN. Alabao: « Las guer­ras de género: la extrema dere­cha contra el femi­nismo » en Miquel Ramos et al.: De los neocón a los neona­zis. La dere­cha radi­cal en el Estado español, Funda­ción Rosa Luxem­burgo, Madrid, 2021.'" @mou­se­le­ave="opened=false;foot­note=''">9

Actu­al­mente, la reac­ción (back­lash) conser­va­do­ra­Su­san Faludi: Back­lash: The Unde­cla­red War against Ameri­can Women, Crown, Nueva York, 2006.

'" @mou­se­le­ave="opened=false;foot­note=''">10 frente a los movi­mi­en­tos de eman­ci­pa­ción (femi­nista, lgbti+, antir­ra­cista, etc.) se ha conver­tido en uno de los prin­ci­pa­les ejes discur­si­vos de estas nuevas dere­chas, en tanto consi­de­ran estos movi­mi­en­tos como parte inte­grante del « globa­lismo »Pippa Norris y Ronald Ingle­hart: Cultu­ral Back­lash: Trump, Brexit, and Autho­ri­ta­rian Popu­lism, Cambridge UP, Cambridge, 2019.'" @mou­se­le­ave="opened=false;foot­note=''">11. Para las nuevas dere­chas popu­lis­tas, el femi­nismo no cons­ti­tui­ría un movi­mi­ento eman­ci­pa­to­rio por la igual­dad y la no discri­mi­na­ción, sino que respon­de­ría a una estra­te­gia impul­sada por las elites globa­les para debi­li­tar las señas de iden­ti­dad naci­o­nal y los funda­men­tos soci­e­ta­rios, frente a la cual el « pueblo » reac­ci­o­na­ría utili­zando las redes soci­a­les como meca­nismo de expre­sión de su descon­tento a través de la gene­ra­ción de « un nuevo sentido común » basado en el anti­pro­gre­sis­mo­Pa­blo Stefa­noni: ¿La rebel­día se volvió de dere­chas?, Siglo XXI / Clave Inte­lec­tual, Madrid, 2021.'" @mou­se­le­ave="opened=false;foot­note=''">12.

Asimismo, las polí­ti­cas de igual­dad de opor­tu­ni­da­des o de acción afir­ma­tiva habrían servido para susten­tar una red de orga­ni­za­ci­o­nes subven­ci­o­na­das, carac­te­ri­za­das como lobbies, que tendrían por obje­tivo trans­for­mar los valo­res soci­a­les y repro­du­cir el discurso de la correc­ción polí­tica al servi­cio de las elites globa­les. Esta teoría se ha visto refor­zada en el contexto de la pande­mia de covid-19 por otras narra­ti­vas basa­das en las teorías de la cons­pi­ra­ción, a punto tal de llegar a respon­sa­bi­li­zar al movi­mi­ento femi­nista de la exten­sión de la pande­mia en España por la orga­ni­za­ción de las mani­fes­ta­ci­o­nes del 8 de marzoJ. Bonet Martí: « Análi­sis de las estra­te­gias discur­si­vas emple­a­das en la cons­truc­ción de discurso anti­fe­mi­nista en redes soci­a­les » en Psico­pers­pec­ti­vas vol. 19 No 3, 2020.

'" @mou­se­le­ave="opened=false;foot­note=''">13.

La acumu­la­ción de situ­a­ci­o­nes adver­sas, como el aumento de la preca­ri­e­dad labo­ral, la inse­gu­ri­dad exis­ten­cial, la ausen­cia de pers­pec­ti­vas de futuro, así como los senti­mi­en­tos de angus­tia gene­ra­dos en el marco de la pande­mia de covid-19, ha favo­re­cido la nece­si­dad de buscar iden­ti­da­des-refu­gio como la mascu­li­ni­dad, lo que expli­ca­ría la recep­ción que tiene el anti­fe­mi­nismo dentro de un cierto sector de varo­nes. Este grupo social corres­pon­de­ría a lo que Michael KimmelM. Kimmel: White Angry Men: Ameri­can Mascu­li­nity at the End of an Era, Bold Type Books, Nueva York, 2013.

'" @mou­se­le­ave="opened=false;foot­note=''">14 ha deno­mi­nado la comu­ni­dad de « hombres blan­cos cabre­a­dos », varo­nes que ven amena­zada su ante­rior posi­ción social a resul­tas de los avan­ces en la igual­dad de género, social y de trato en rela­ción con los grupos raci­a­li­za­dos, lo que genera un senti­mi­ento de dere­cho/privi­le­gio agra­vi­ado. Este grupo social cons­ti­tuye la prin­ci­pal base de movi­li­za­ción social tanto del anti­fe­mi­nismo como de las nuevas dere­chas radi­ca­les.

Una de las conse­cu­en­cias de esta alianza ha sido el forta­le­ci­mi­ento de la inter­sec­ci­o­na­li­dad de odios, es decir, la conflu­en­cia entre discur­sos anti­fe­mi­nis­tas, racis­tas y homó­fo­bos, ya se expre­sen de forma lite­ral o aparez­can enmas­ca­ra­dos detrás de la deno­mi­nada incor­rec­ción polí­tica, que acos­tum­bra a camu­flar los discur­sos de odio en el uso estra­té­gico del humor negro, el sarcasmo y la ironía. De hecho, es habi­tual la parti­ci­pa­ción de esta comu­ni­dad de odio, formada por hombres que sien­ten sus privi­le­gios agra­vi­a­dos, en los ataques coor­di­na­dos contra acti­vis­tas femi­nis­tas, siendo estos mucho más encar­ni­za­dos cuando su obje­tivo es una persona que expresa una prefe­ren­cia sexual o de género no norma­tiva y/o que perte­nece a un colec­tivo raci­a­li­zado.

Final­mente, pode­mos concluir que la prin­ci­pal causa de la apari­ción de los nuevos anti­fe­mi­nis­mos es la reac­ción frente al auge expe­ri­men­tado por el movi­mi­ento femi­nista en estos últi­mos años. Sin embargo, sería incor­recto culpar al femi­nismo de la apari­ción del anti­fe­mi­nismo. Ante cada momento de avance social, apare­cen contra­mo­vi­mi­en­tos que tienen por obje­tivo frenar y oponerse a los proce­sos de cambio, tal y como suce­dió en el sur de eeuu durante la lucha contra la segre­ga­ción racial, o en Argen­tina con el movi­mi­ento anti­a­bor­tista de los pañu­e­los celes­tes. La apari­ción de estos contra­mo­vi­mi­en­tos no es una mera reac­ción a la apari­ción de un movi­mi­ento social como el femi­nismo, sino que es la respu­esta a la frac­tura del consenso való­rico que había susten­tado la ante­rior estruc­tura de desi­gual­da­des. Es en aque­llos momen­tos en que emerge la posi­bi­li­dad de un cambio (el fin de la segre­ga­ción, la apro­ba­ción de los dere­chos sexu­a­les y repro­duc­ti­vos, el reco­no­ci­mi­ento del movi­mi­ento igua­li­ta­rio) cuando el contra­mo­vi­mi­ento adqui­ere fuerza. Asimismo, cabe seña­lar que la reac­ción anti­fe­mi­nista conecta con una reac­ción más amplia, aque­lla impul­sada por las fuer­zas conser­va­do­ras ante la frac­tura del consenso neoli­be­ral. Una reac­ción que puede llegar a adop­tar retó­ri­cas supu­es­ta­mente anti­ne­o­li­be­ra­les, pero que tiene por obje­tivo frenar los proce­sos de trans­for­ma­ción social.

 

 

 

Autor: Jordi Bonet i Martí

 

1. J. Bonet-Martí: « Los anti­fe­mi­nis­mos como contra­mo­vi­mi­ento: una revi­sión bibli­ográ­fica de las prin­ci­pa­les pers­pec­ti­vas teóri­cas y de los deba­tes actu­a­les » en Tekno­cul­tura vol. 18 No 1, 2021.

2. Amnis­tía Inter­na­ci­o­nal: « Toxic Twit­ter: A Toxic Place for Women », 2018, dispo­ni­ble en www.amnesty.org/en/latest/rese­arch/2018/03/online-violence-against-women-chap­ter-1–1/.

3. Corpo­ra­ción Lati­no­ba­ró­me­tro: Informe 2021, Santi­ago de Chile, 2021.

4. Cris­tina Vega: « La ideo­lo­gía de género y sus destre­zas » en Karin Gabbert y Miriam Lang (eds.): ¿Cómo se sosti­ene la vida en América Latina? Femi­nis­mos y re-exis­ten­cias en tiem­pos de oscu­ri­dad, Edici­o­nes Abya Yala / Funda­ción Rosa Luxem­burgo, Quito, 2019.

5. Amnis­tía Inter­na­ci­o­nal: « Cora­zo­nes verdes. Violen­cia online contra las muje­res durante el debate por la lega­li­za­ción del aborto en Argen­tina », 2019, dispo­ni­ble en https://amnis­tia.org.ar/cora­zo­nes­ver­des/informe-cora­zo­nes-verdes.

6. Diana Morena-Bala­guer, Gloria García-Rome­ral y Mar Bini­me­lis-Adell: « Diag­nós­tico sobre las violen­cias de género contra acti­vis­tas femi­nis­tas en el ámbito digi­tal », Fondo de Muje­res Calala / Univer­si­tat de Vic, 2022.

7. Elisa­beth Noelle-Neumann: La espi­ral del silen­cio. Opinión pública: nues­tra piel social, Paidós, Buenos Aires, 2010.

8. S. Forti: Extrema dere­cha 2.0. Qué es y cómo comba­tirla, Siglo XXI, Madrid, 2021.

9. N. Alabao: « Las guer­ras de género: la extrema dere­cha contra el femi­nismo » en Miquel Ramos et al.: De los neocón a los neona­zis. La dere­cha radi­cal en el Estado español, Funda­ción Rosa Luxem­burgo, Madrid, 2021.

10  Susan Faludi: Back­lash: The Unde­cla­red War against Ameri­can Women, Crown, Nueva York, 2006.

11. Pippa Norris y Ronald Ingle­hart: Cultu­ral Back­lash: Trump, Brexit, and Autho­ri­ta­rian Popu­lism, Cambridge UP, Cambridge, 2019.

12. Pablo Stefa­noni: ¿La rebel­día se volvió de dere­chas?, Siglo XXI / Clave Inte­lec­tual, Madrid, 2021.

13. J. Bonet Martí: « Análi­sis de las estra­te­gias discur­si­vas emple­a­das en la cons­truc­ción de discurso anti­fe­mi­nista en redes soci­a­les » en Psico­pers­pec­ti­vas vol. 19 No 3, 2020.

14. M. Kimmel: White Angry Men: Ameri­can Mascu­li­nity at the End of an Era, Bold Type Books, Nueva York, 2013.