Huelga internacional trans★feminista ante el despojo digital Miércoles 8 de marzo de 2023

El 8 de marzo de 2023, convo­ca­mos un día de acción contra la Nube.



En este día, inten­ta­re­mos abste­ner­nos de usar, alimen­tar o cuidar La Gran Nube Tecno­ló­gica. La huelga reivin­dica una reduc­ción drás­tica de los servi­cios digi­ta­les extrac­ti­vos y una orga­ni­za­ción colec­tiva abun­dante. Nos unimos a la larga cola histó­rica de huel­gas femi­nis­tas inter­na­ci­o­na­les, porque enten­de­mos que esta lucha tiene que ver con el trabajo, los cuida­dos, el antir­ra­cismo, la vida queer y la tecno-polí­tica trans★­fe­mi­nista.



Dema­si­a­dos aspec­tos de la vida depen­den de La Nube. Los modos expan­si­o­nis­tas, extrac­ti­vis­tas y finan­ci­a­ri­za­dos del Big Tech convi­er­ten todos los proce­sos vivos y crea­ti­vos en bene­fi­cios. Esto afecta profun­da­mente a cómo orga­ni­za­mos y cuida­mos los recur­sos. Muchas insti­tu­ci­o­nes públi­cas como hospi­ta­les, univer­si­da­des, archi­vos y escu­e­las han pasado a alqui­lar soft­ware como servi­cio para sus opera­ci­o­nes bási­cas. Los inter­e­ses del Big Tech condi­ci­o­nan cómo enseña­mos, hace­mos acce­si­bles, apren­de­mos, cono­ce­mos, orga­ni­za­mos, traba­ja­mos, amamos, dormi­mos, nos comu­ni­ca­mos, admi­nis­tra­mos, cuida­mos y recor­da­mos.



Espe­ci­al­mente ahora que nues­tra depen­den­cia de la gran Nube parece intra­ta­ble, es hora de recla­mar espa­cio para rene­go­ciar lo que podría ser posi­ble. Quere­mos imagi­nar dife­ren­tes infra­es­truc­tu­ras para la vida colec­tiva con y sin compu­ta­ción. Al hacer un llama­mi­ento a la resis­ten­cia a la nube, quere­mos centrar­nos en prác­ti­cas de servi­do­res que sean lentas, trans­fe­mi­nis­tas, antir­ra­cis­tas y anti­im­pe­ri­a­lis­tas. Quere­mos alma­ce­na­mi­ento digi­tal local, vide­o­lla­ma­das auto­a­lo­ja­das y aloja­mi­ento cola­bo­ra­tivo de servi­do­res. Quere­mos infras anti­fas, gráfi­cos de bajo consumo y circui­tos queer. Quere­mos desar­ro­llo acce­si­ble, mante­ni­mi­ento tecno­ló­gico soste­ni­ble y cade­nas de sumi­nis­tro asil­ves­tra­das. Quere­mos el fin del trabajo condi­ci­o­nado por la Gran Tecno­lo­gía y, en última instan­cia, el fin del trabajo. Quere­mos un cambio sisté­mico, alegre y tecno-polí­tico.



Nos movi­li­za­mos desde muchos luga­res: proyec­tos auto­ges­ti­o­na­dos, centros comu­ni­ta­rios, insti­tu­ci­o­nes públi­cas, orga­ni­za­ci­o­nes cultu­ra­les, empre­sas priva­das, coope­ra­ti­vas y otras cons­te­la­ci­o­nes. El 8 de marzo inven­ta­re­mos, propon­dre­mos, tradu­ci­re­mos y refle­ja­re­mos modos loca­les de acción contra las nubes. El plan es feste­jar en las ruinas del Big Tech mien­tras descen­de­mos y disen­ti­mos de la nube. Ese día expe­ri­men­ta­re­mos con la reduc­ción al mínimo del uso de apli­ca­ci­o­nes basa­das en la nube, deba­ti­re­mos las impli­ca­ci­o­nes del régi­men de la nube, docu­men­ta­re­mos el agota­mi­ento de los recur­sos comu­ni­ta­rios por parte de la infra­es­truc­tura de las gran­des tecno­lo­gías, recor­da­re­mos a nues­tras orga­ni­za­ci­o­nes que orga­ni­cen las infra­es­truc­tu­ras digi­ta­les en nues­tro interés, soña­re­mos con méto­dos alter­na­ti­vos de super­vi­ven­cia exube­rante y alegre, e imagi­na­re­mos redes loca­les para modos trans­na­ci­o­na­les de comu­ni­ca­ción y funci­o­na­mi­ento en soli­da­ri­dad trans­ver­sal.



Esta huelga está convo­cada por:



Anar­cha­ser­ver (Cala­fou), Bids­ton Obser­va­tory Artis­tic Rese­arch Centre (Liver­pool), Ren Loren Brit­ton (Berlin), Cons­tant (Brus­sels), Criti­cal Data Studies Program (Aarhus Univer­sity), Dept. of Auto­no­mous Design, KASK (Ghent), esc mkl (Graz), Hangar (Barce­lona), In-grid (London), The Insti­tute for Tech­no­logy in The Public Inter­est (Basel, Brus­sels, London), NEoN (Dundee), time of tribes (Edin­burgh), Varia (Rotter­dam), A Video Store After the End of the World (Copen­ha­gen), …



Para adhe­rirte a la huelga, indi­vi­dual, colec­tiva o insti­tu­ci­o­nal­mente, subs­crí­bete a esta lista de correo: https://boucan.domai­ne­pu­blic.net/mail­man3/posto­rius/lists/8m.lists.cons­tantvzw.org/



Pregun­tas frecu­en­tes ✨



¿Qué es la nube?



La Nube es un término para el poder compu­ta­ci­o­nal que se gesti­ona de forma centra­li­zada, con la promesa de opti­mi­zar por flexi­bi­li­dad o agili­dad. La Nube reúne enor­mes canti­da­des de orde­na­do­res, y luego ofrece trozos más pequeños y más gran­des de compu­ta­ción como un servi­cio. La nube a la que quere­mos resis­tir­nos está gesti­o­nada por gran­des empre­sas tecno­ló­gi­cas como Amazon, Google y Micro­soft, que alqui­lan capa­ci­dad de proce­sa­mi­ento a otras empre­sas u orga­ni­za­ci­o­nes.



La nube de las gran­des tecno­ló­gi­cas no son solo los orde­na­do­res de otres. Conso­lida un para­digma de soft­ware que cuenta con un soft­ware como servi­cio conti­nu­a­mente actu­a­li­zado, con una infra­es­truc­tura compu­ta­ci­o­nal esca­la­ble y monto­nes de smartp­ho­nes, y la econo­mía polí­tica de las empre­sas Big Tech que coti­zan en bolsa. Los bene­fi­cios del Big Tech Cloud se basan en la extrac­ción de ener­gía, mine­ra­les y mano de obra raci­a­li­zada.



¿Qué pasa con la nube?



Como las empre­sas de la nube (Amazon, Alpha­bet, Meta, Micro­soft) son propi­e­dad de acci­o­nis­tas, tienen que demos­trar que crecen año tras año. Esto signi­fica que siem­pre deben ser más efici­en­tes y rápi­das, para que sus acci­o­nis­tas obten­gan bene­fi­cios. Una vez implan­ta­dos los proce­sos digi­ta­les, es nece­sa­rio ampli­ar­los conti­nu­a­mente a nuevas áreas, lo que aumenta la nece­si­dad de más compu­ta­ción, o más servi­cios en la nube. Lo que se suele llamar ¡MÁS COMPU­TA­CIÓN!



Los servi­cios en la nube están diseña­dos para ampli­arse. Esto signi­fica que siem­pre espe­ra­mos más de ellos, en térmi­nos de dispo­ni­bi­li­dad, velo­ci­dad y fiabi­li­dad. A medida que las infra­es­truc­tu­ras tecno­ló­gi­cas se expan­den, cada vez son menos las cosas de las que pode­mos ocupar­nos noso­tres mismes, como comu­ni­dad (por ejem­plo, vemos grupos que inten­tan ejecu­tar servi­do­res de correo elec­tró­nico sin servi­cios en la nube, y les resulta casi impo­si­ble debido a la comple­ji­dad/velo­ci­dad, etc. espe­rada). Ya no es una opción desar­ro­llar, imple­men­tar o incluso elegir tecno­lo­gías digi­ta­les sobe­ra­nas y modos de mante­ni­mi­ento autó­no­mos.



Los parti­cu­la­res, las insti­tu­ci­o­nes públi­cas y los colec­ti­vos depen­den de estos servi­cios para sus opera­ci­o­nes bási­cas. A medida que los depar­ta­men­tos de informá­tica cier­ran uno tras otro, nues­tras habi­li­da­des, deseos y capa­ci­da­des se convi­er­ten en recur­sos a extraer, mien­tras la ágil lógica de las gran­des tecno­lo­gías trans­forma la sani­dad, la educa­ción, el acti­vismo e incluso los encu­en­tros sexo­a­fec­ti­vos. Las prác­ti­cas inven­ti­vas, funda­men­ta­das y poco orto­do­xas se agotan o se vuel­ven inima­gi­na­bles. Es un círculo vici­oso: cuanto más inca­pa­ces somos de cuidar las herra­mi­en­tas que utili­za­mos a diario, más depen­de­mos de las empre­sas para que nos den respu­es­tas incluso a cues­ti­o­nes senci­llas. Y las tecno­lo­gías que se nece­si­tan para la acce­si­bi­li­dad y como herra­mi­en­tas de orga­ni­za­ción de la disca­pa­ci­dad, una y otra vez, no centran las nece­si­da­des de quie­nes sólo pueden parti­ci­par con sus opera­ci­o­nes.



Este falso para­digma de efici­en­cia nos vuelve inúti­les y destruye nues­tra capa­ci­dad de recu­pe­ra­ción. Como «usua­rie» no hay que preo­cu­parse, nues­tro deseo de ser efici­en­tes está gesti­o­nado y no nece­si­ta­mos pensar. Redu­cir a los suje­tos y las comu­ni­da­des a «usua­rios» o «grupos de usua­rios» nos distrae de condi­ci­o­nes más densas y comple­jas.



Los gobi­er­nos cuen­tan cada vez más con La Nube, y a menudo cola­bo­ran con Big Tech para propor­ci­o­nar infra­es­truc­tu­ras mate­ri­a­les esen­ci­a­les como redes eléc­tri­cas, sumi­nis­tro de agua, carre­te­ras, terre­nos, cables, etcé­tera. La Nube Big Tech agota las infra­es­truc­tu­ras públi­cas y los bienes públi­cos, pero evita pagar impu­es­tos.



Se nece­si­tan enor­mes canti­da­des de ener­gía y mate­ri­a­les para hacer funci­o­nar las gran­jas de servi­do­res: los produc­tos quími­cos tóxi­cos para limpiar el agua de refri­ge­ra­ción, los mine­ra­les para los chips y compo­nen­tes y los meta­les para los basti­do­res de los servi­do­res se produ­cen en condi­ci­o­nes de explo­ta­ción labo­ral. Enor­mes canti­da­des de ener­gía, sumi­nis­trada por combus­ti­bles fósi­les o ener­gías reno­va­bles extrac­ti­vas a gran escala, los manti­e­nen en funci­o­na­mi­ento. Esta extrac­ción ahonda las rutas colo­ni­a­les y depende de mano de obra raci­a­li­zada.



¿No contri­buye La Nube al Net Zero?



Aunque la compu­ta­ción consume muchos recur­sos, la nube promete hacerlo con menos impacto medi­o­am­bi­en­tal. La promesa de Net Zero se ha conver­tido en un argu­mento seduc­tor para que las orga­ni­za­ci­o­nes se pasen a La Nube, espe­ci­al­mente ahora que los orga­nis­mos que las finan­cian les piden que demu­es­tren cómo redu­cen las emisi­o­nes de carbono. Pero la posi­bi­li­dad de un colapso climá­tico, y los senti­mi­en­tos de dolor y deses­pe­ra­ción que pueden ser nece­sa­rios para trans­for­mar nues­tras acci­o­nes, se borran con este tipo de solu­ci­o­nes sólo admi­nis­tra­ti­vas. Las gran­des tecno­ló­gi­cas propo­nen que la única forma de abor­dar las nece­si­da­des globa­les es a través de la ampli­a­ción, en lugar de cons­truir soli­da­ri­dad trans­na­ci­o­nal.



Quere­mos que las insti­tu­ci­o­nes públi­cas rindan cuen­tas y se trans­for­men acti­va­mente. Y también nece­si­ta­mos estruc­tu­ras soli­da­rias respon­sa­bles que se apoyen mutu­a­mente para reali­zar pequeños cambios loca­les con posi­bi­li­da­des reales de trans­for­ma­ción también a escala global. Confiar en las gran­des empre­sas tecno­ló­gi­cas priva­ti­za­das para encon­trar solu­ci­o­nes a las emisi­o­nes de carbono no funci­o­nará.



¿Por qué hay tantas orga­ni­za­ci­o­nes (cultu­ra­les) impli­ca­das en esta huelga?



La mayo­ría de las orga­ni­za­do­ras inici­a­les son orga­ni­za­ci­o­nes con un compro­miso a largo plazo con la polí­tica cultu­ral coti­di­ana trans*­fe­mi­nista y tecno­ci­en­tí­fica. Han compar­tido sus preo­cu­pa­ci­o­nes sobre la apro­pi­a­ción de la prác­tica cultu­ral por parte de las gran­des empre­sas tecno­ló­gi­cas en diver­sas conver­sa­ci­o­nes, cola­bo­ra­ci­o­nes y redes entre­la­za­das.



Pero la huelga no depende única­mente de las insti­tu­ci­o­nes públi­cas. Las insti­tu­ci­o­nes públi­cas también sosti­e­nen esta­dos-nación o estruc­tu­ras más amplias de gobi­erno de la pobla­ción. Signi­fica más bien que esta­mos dispu­es­tes a movi­li­zar­nos tanto por el lado de recla­mar una parti­ci­pa­ción en lo que la infra­es­truc­tura tiene lugar a nues­tro alre­de­dor, así como recha­zar la forma en que las insti­tu­ci­o­nes contri­buyen al régi­men moderno, colo­nial, comer­cial, esta­tal y patri­ar­cal.



¿Por qué una huelga de despojo digi­tal el 8 de marzo?



Las infra­es­truc­tu­ras de cuidado y mante­ni­mi­ento son cues­ti­o­nes plan­te­a­das por las histó­ri­cas huel­gas femi­nis­tas de cuidado, y estas cues­ti­o­nes se apli­can con fuerza también a las infra­es­truc­tu­ras tecno­ló­gi­cas.



El femi­nismo es y siem­pre será anti­ca­pi­ta­lista por defecto. Todas las obje­ci­o­nes y giros a esa afir­ma­ción son defen­sas de una mundi­a­li­za­ción que ocurre explí­ci­ta­mente contra y a pesar de modos de exis­ten­cia disi­den­tes, exclui­dos y/o mino­ri­ta­rios. Por eso, derri­bar la nube tiene que ser un hori­zonte funda­men­tal de las luchas trans*­fe­mi­nis­tas contem­porá­neas.



¿Cómo sé si estoy utili­zando La Nube?



La mayo­ría de las cosas que se hacen en línea hoy en día, depen­den de alguna forma de la Gran Nube Tecno­ló­gica.



Cosas que depen­den del proce­sa­mi­ento en la nube:



    Todo lo que haces con tu Smartp­hone, o cuando te suscri­bes a un servi­cio en línea (como Zoom, Spotify, Netflix o What­sApp).

    Cual­quier acuerdo al que llegues tú o tu orga­ni­za­ción para alma­ce­nar archi­vos y acce­der a ellos a distan­cia (como fotos o docu­men­tos, por ejem­plo: Wetrans­fer, Drop­box, Google Drive).

    Proce­sos de la cadena de sumi­nis­tro gesti­o­na­dos digi­tal­mente (como pedi­dos a través de Amazon o entre­gas a través de DHL).

    Cual­quier cosa que inten­tes hacer fuera de la nube pero en comu­ni­ca­ción con otra persona cuyos servi­cios depen­dan de un servi­cio en la nube (como usar una direc­ción de Gmail).



Cosas (digi­ta­les) que no depen­den de La Gran Nube Tecno­ló­gica:



    Infor­ma­ción alma­ce­nada y proce­sos ejecu­ta­dos en servi­do­res inter­nos, en orde­na­do­res distin­tos en otro lugar o en discos duros y memo­rias USB.

    Los proto­co­los de comu­ni­ca­ción, como el envío y recep­ción de correo elec­tró­nico, no tienen por qué depen­der de la nube, pero podrían hacerlo (por ejem­plo, Gmail).

    Acceso a un archivo en un servi­dor local con un nave­ga­dor



Next­cloud (¡sic!) y Big Blue Button son apli­ca­ci­o­nes de Soft­ware Libre que permi­ten a la gente alojar sus propias instan­cias, por lo que no forman parte de la Nube de las Gran­des Tecno­lo­gías. Pero aunque estas herra­mi­en­tas formen parte de econo­mías polí­ti­cas y ecosis­te­mas muy dife­ren­tes, siguen el para­digma del soft­ware como servi­cio, y a veces (no siem­pre) están aloja­das en Amazon o Google Cloud.



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