Crimethink: Sobreviviendo al Virus: Una guía anarquista

Imatge

Post origi­nal publi­cado aqui

La pande­mia no va a acabar en las próxi­mas sema­nas. Incluso si las estric­tas medi­das de confi­na­mi­ento logran redu­cir el número de infec­ci­o­nes a lo que era hace un mes, el virus podría volver a propa­garse expo­nen­ci­al­mente tan pronto se suspen­dan las medi­das. Es proba­ble que la situ­a­ción actual conti­núe durante meses (repen­ti­nos toques de queda, cuaren­te­nas incon­sis­ten­tes, condi­ci­o­nes cada vez más deses­pe­ra­das), aunque casi con certeza cambi­ará de forma en algún momento cuando las tensi­o­nes en su inte­rior desbor­den. Para prepa­rar­nos para ese momento, protejá­mos­nos a noso­tros mismos y a los demás de la amenaza plan­te­ada por el virus, refle­xi­o­ne­mos sobre los ries­gos y la segu­ri­dad que plan­tea la pande­mia, y enfren­te­mos las desas­tro­sas conse­cu­en­cias de un orden social que nunca fue diseñado para preser­var nues­tro bienes­tar en primer lugar.

Este texto entrega conse­jos médi­cos para lidiar con el virus; este otro aborda la impor­tan­cia del apoyo mutuo. Puedes encon­trar una lista de inici­a­ti­vas de apoyo mutuo en Esta­dos Unido aquí y en Alema­nia aquí.

Sobre­vi­vi­endo al virus

Las anti­guas formas anar­quis­tas de orga­ni­za­ción y segu­ri­dad tienen mucho que ofre­cer cuando se trata de sobre­vi­vir a la pande­mia y al pánico que está causando.

Forma un grupo de afini­dad

La pers­pec­tiva de cuaren­tena nos dice mucho sobre cómo está­ba­mos vivi­endo. Los que viven en fami­lias unidas o en casas colec­ti­vas feli­ces están en una situ­a­ción mucho mejor que los que están en matri­mo­nios quebra­dos y los que tienen gran­des casas vacías para sí mismos. Esto es un buen recor­da­to­rio de lo que real­mente importa en la vida. A pesar de los mode­los de segu­ri­dad que repre­sen­tan el sueño burgués de una fami­lia nuclear como propi­e­ta­ria de la vivi­enda y la polí­tica exte­rior esta­dou­ni­dense que lo refleja, la unión y el cuidado son mucho más impor­tan­tes que el tipo de segu­ri­dad que depende de cercar el mundo entero.

El “distan­ci­a­mi­ento social” no debe signi­fi­car un aisla­mi­ento total. No esta­re­mos más segu­ros si nues­tra soci­e­dad se reduce a un grupo de indi­vi­duos atomi­za­dos. Eso no nos prote­ge­ría del virus ni del estrés de esta situ­a­ción, ni de las apro­pi­a­ci­o­nes de poder que los capi­ta­lis­tas y las auto­ri­da­des esta­ta­les se están prepa­rando para llevar a cabo. Por mucho que los anci­a­nos estén en riesgo por el virus, por ejem­plo, las perso­nas mayo­res ya están peli­gro­sa­mente aisla­das en esta soci­e­dad; si se les excluye de todo contacto con otros, no se preser­vará su salud física o mental. Todos nece­si­ta­mos estar inte­gra­dos en grupos muy unidos de una manera que maxi­mice nues­tra segu­ri­dad y nues­tra capa­ci­dad colec­tiva para disfru­tar de la vida y actuar.

Elije un grupo de perso­nas en las que confíes: ideal­mente, perso­nas con las que compar­tes la vida coti­di­ana, a aque­llas y aque­llos los cuales compar­tas facto­res de riesgo y nive­les de tole­ran­cia al riesgo simi­la­res. Para efec­tos de sobre­vi­vir al virus, este es su grupo de afini­dad, el pilar básico de la orga­ni­za­ción anar­quista descen­tra­li­zada. No es nece­sa­rio vivir con ellos en el mismo edifi­cio; lo impor­tante es que usted puede redu­cir sus facto­res de riesgo a aque­llos con los que comparte y con los que se siente cómodo. Si tu grupo es dema­si­ado pequeño, estarás aisla­do—y eso será un problema espe­ci­al­mente si te enfer­mas. Si su grupo es dema­si­ado grande, se enfren­tará a un riesgo inne­ce­sa­rio de infec­ción.

Hablen entre uste­des hasta concluir un conjunto de expec­ta­ti­vas compar­ti­das sobre cómo se invo­lu­crarán con el riesgo de conta­gio. Esto podría ser desde un aisla­mi­ento físico total hasta recor­dar usar desin­fec­tante para manos después de tocar super­fi­cies en público. Dentro de su grupo, siem­pre y cuando nadie tenga el virus, aún puede abra­zar, besar, prepa­rar la comida juntos, tocar las mismas super­fi­cies, siem­pre y cuando se esté de acuerdo con el nivel de riesgo que colec­ti­va­mente se está dispu­esto a tole­rar y comu­ni­car cuando surge un nuevo factor de riesgo.

Esto es lo que los anar­quis­tas llaman cultura de la segu­ri­dad: la prác­tica de esta­ble­cer un conjunto de expec­ta­ti­vas compar­ti­das para mini­mi­zar el riesgo. Cuando esta­mos lidi­ando con la repre­sión poli­cial y la vigi­lan­cia del Estado, nos prote­ge­mos compar­ti­endo infor­ma­ción según sea nece­sa­rio. Cuando esta­mos lidi­ando con un virus, nos prote­ge­mos contro­lando los vecto­res a lo largo de los cuales los conta­gios pueden propa­garse.

Nunca es posi­ble evitar total­mente el riesgo. El obje­tivo es deter­mi­nar con qué riesgo se siente cómodo y compor­tarse de tal manera que si algo sale mal, no se arre­pen­tirá, sabi­endo que ha tomado todas las precau­ci­o­nes que consi­deró nece­sa­rias. Al compar­tir su vida con un grupo de afini­dad, obti­ene lo mejor de la precau­ción y la convi­ven­cia.

Para acce­der a recur­sos de cómo conti­nuar orga­nizán­dose con otros cama­ra­das medi­ante plata­for­mas digi­ta­les segu­ras a pesar del “distan­ci­a­mi­ento social”. Lea esto.

Arma una red

Clara­mente, tu grupo de afini­dad por sí solo no será sufi­ci­ente para satis­fa­cer todas tus nece­si­da­des. ¿Qué sucede si nece­sita recur­sos a los que ninguno de uste­des puede acce­der de manera segura? ¿Qué pasa si todos se enfer­man? Debes estar conec­tado a otros grupos de afini­dad en una red de apoyo mutuo, de modo que si algún grupo de la red se ve supe­rado, los demás pueden acudir en su ayuda. Al parti­ci­par en una red como esta, puedes hacer circu­lar recur­sos y apoyo sin nece­si­dad de expo­nerse al mismo nivel de riesgo. La idea es que cuando las perso­nas de dife­ren­tes grupos dentro de la red inter­ac­túan, emplean medi­das de segu­ri­dad mucho más estric­tas, para mini­mi­zar el riesgo adici­o­nal.

La frase “apoyo mutuo” ha sido lanzada últi­ma­mente, incluso por los polí­ti­cos. En su sentido correcto, el apoyo mutuo no describe un programa que propor­ci­ona asis­ten­cia unidi­rec­ci­o­nal para otros de la manera en que lo hace una orga­ni­za­ción de cari­dad. Más bien, es la prác­tica descen­tra­li­zada del cuidado recí­proco a través de la cual los parti­ci­pan­tes en una red se asegu­ran de que todos obten­gan lo que nece­si­tan, para que todos tengan razo­nes para invo­lu­crarse en el bienes­tar de todos los demás. No se trata de un inter­cam­bio de esto por aque­llo, sino más bien de un inter­cam­bio de cuida­dos y recur­sos que crea el tipo de redun­dan­cia y resi­li­en­cia que puede soste­ner a una comu­ni­dad en tiem­pos difí­ci­les. Las redes del apoyo mutuo pros­pe­ran mejor cuando es posi­ble fomen­tar la confi­anza recí­proca con los demás durante un largo perí­odo de tiempo. No tienes que cono­cer o que te agra­den todos los demás en la red, pero todos tienen que dar lo sufi­ci­ente a la red para que juntos, tus esfu­er­zos creen una sensa­ción de abun­dan­cia.

El marco de reci­pro­ci­dad puede pare­cer que se presta a la estra­ti­fi­ca­ción social, en la que las perso­nas de clases soci­a­les simi­la­res con acceso simi­lar a los recur­sos gravi­tan entre sí para obte­ner el mejor retorno de la inver­sión de sus propios recur­sos. Pero los grupos de dife­ren­tes oríge­nes pueden tener acceso a una amplia gama de dife­ren­tes tipos de recur­sos. En estos tiem­pos, la riqueza finan­ci­era puede resul­tar mucho menos vali­osa que la expe­ri­en­cia con la plome­ría, la capa­ci­dad de hablar un dialecto en parti­cu­lar o los lazos soci­a­les en una comu­ni­dad en la que nunca pensó que se encon­tra­ría depen­di­endo. Todos tienen buenas razo­nes para exten­der sus redes de ayuda mutua lo más lejos posi­ble.

La idea funda­men­tal aquí es que son nues­tros lazos con otros son los que nos manti­e­nen segu­ros, no nues­tra protec­ción contra ellos o nues­tro poder sobre ellos. Los “prepa­ra­dos para el desas­tre” que se han centrado en cons­truir un arse­nal privado de comida, equipo y armas están poni­endo las piezas en su lugar para un apoca­lip­sis contra todo. Si pones toda tu ener­gía en solu­ci­o­nes indi­vi­du­a­les, dejando a todos a tu alre­de­dor para luchar por la super­vi­ven­cia por su cuenta, tu única espe­ranza es supe­rar a la compe­ten­cia. E incluso si lo hacen, cuando no hay nadie más que enci­enda esas armas, será el último que quede, y esa pistola será la última herra­mi­enta a su dispo­si­ción.

Cómo nos rela­ci­o­na­mos con el riesgo

La apari­ción de un nuevo conta­gio poten­ci­al­mente letal nos obliga a pensar en cómo nos rela­ci­o­na­mos con el riesgo. ¿Por qué vale la pena arri­es­gar nues­tras vidas?

Al refle­xi­o­nar, la mayo­ría de noso­tros conclui­re­mos que —man­te­ni­endo las demás cosas igua­les— arri­es­gar nues­tras vidas sola­mente para seguir jugando nues­tro papel en el capi­ta­lismo no vale la pena. Por otro lado, podría valer la pena arri­es­gar nues­tras vidas para prote­ger­nos unos a otros, para cuidar­nos unos a otros, para defen­der nues­tra liber­tad y la posi­bi­li­dad de vivir en una soci­e­dad igua­li­ta­ria.

Así como estar comple­ta­mente aisla­dos no es lo más seguro para los anci­a­nos, tratar de evitar el riesgo por completo no nos mantendrá segu­ros. Si nos mante­ne­mos estric­ta­mente a noso­tros mismos mien­tras nues­tros seres queri­dos se enfer­man, nues­tros veci­nos mueren, y el estado poli­cial se lleva todo último vesti­gio de nues­tra auto­no­mía, no esta­re­mos más segu­ros. Hay muchos tipos dife­ren­tes de riesgo. Proba­ble­mente llegue el momento en que tenga­mos que repen­sar los ries­gos que esta­mos dispu­es­tos a correr para vivir con digni­dad.

Esto nos lleva a la cues­tión de cómo sobre­vi­vir a todas las trage­dias inne­ce­sa­rias que los gobi­er­nos y la econo­mía global nos están acumu­lando en el contexto de la pande­mia, por no menci­o­nar todas las trage­dias inne­ce­sa­rias que ya esta­ban creando. Afor­tu­na­da­mente, las mismas estruc­tu­ras que pueden permi­tir­nos sobre­vi­vir juntos al virus también nos pueden equi­par para enfren­tar­nos a ellos.

Enfren­ta­mi­ento en Milán entre la poli­cía y anar­quis­tas que se mani­fi­es­tan en soli­da­ri­dad durante las revu­el­tas carce­la­rias en Italia

Sobre­vi­vi­endo a la Crisis

Seamos claros: el tota­li­ta­rismo ya no es una amenaza que se ubica en el futuro. Las medi­das imple­men­ta­das alre­de­dor del mundo son tota­li­ta­rias en todo el sentido de la pala­bra. Esta­mos presen­ci­ando decre­tos unila­te­ra­les de los gobi­er­nos impo­ni­endo la prohi­bi­ción total de viajes, toques de queda durante las 24 horas­del día, verda­de­ras leyes marci­a­les, y otras medi­das dicta­to­ri­a­les.

Esto no quiere decir que no deba­mos imple­men­tar medi­das para prote­ger­nos mutu­a­mente de la propa­ga­ción del virus. Es simple­mente reco­no­cer que las medi­das que varios gobi­er­nos están imple­men­tando se basan en medios auto­ri­ta­rios y una lógica auto­ri­ta­ria. Piense en la canti­dad de recur­sos que se invi­er­ten en el ejér­cito, la poli­cía, los bancos y el mercado de valo­res que en la aten­ción médica pública y los recur­sos para ayudar a las perso­nas a sobre­vi­vir esta crisis. Toda­vía es más fácil ser arres­tado por vagan­cia que hacerse una prueba para detec­tar el virus.

Así como el virus nos mues­tra la verdad sobre cómo ya viví­a­mos, sobre nues­tras rela­ci­o­nes y nues­tros hoga­res, también nos mues­tra que ya viví­a­mos en una soci­e­dad auto­ri­ta­ria. La llegada de la pande­mia solo la hace formal. Fran­cia está poni­endo a 100,000 poli­cías en las calles, 20,000 más que los desple­ga­dos en el punto más alto de las protes­tas de los gilets jaunes (chale­cos amari­llos). Los refu­gi­a­dos que nece­si­tan asilo están siendo recha­za­dos a lo largo de las fron­te­ras entre los Esta­dos Unidos y México y entre Grecia y Turquía. En Italia y España, bandas de poli­cías atacan a trota­do­res en calles vacías.

Poli­cía atacando a un trota­dor en Sici­lia

En Alema­nia, la poli­cía de Hamburgo ha apro­ve­chado la situ­a­ción para desa­lo­jar una tienda de refu­gi­a­dos auto­or­ga­ni­zada que había estado en pie durante varios años. A pesar de la cuaren­tena, la poli­cía en Berlín sigue amena­zando con desa­lo­jar una barra colec­tiva anar­quista. En otra parte, la poli­cía vestida con unifor­mes de solda­dos de asalto para pande­miasallanó un centro de refu­gi­a­dos.

Lo peor de todo, todo esto está ocur­ri­endo con el consen­ti­mi­ento tácito de la pobla­ción gene­ral. Las auto­ri­da­des pueden hacer virtu­al­mente cual­quier cosa en el nombre de prote­ger nues­tra saludo, incluso matar­nos.

En la medida en que la situ­a­ción se inten­si­fica, será más proba­ble ver a la poli­cía y los mili­ta­tes ocupando fuerza letal de manera creci­ente, ellos son los únicos que tienen la posi­bi­li­dad de reunirse en gran­des núme­ros. Cuando la poli­cía se cons­ti­tuye como el único cuerpo social que puede reunirse en masa, no hay otra pala­bra que “estado poli­cial” para descri­bir la forma de soci­e­dad en la que vivi­mos.

Ha habido seña­les de que las cosas iban en esa direc­ción durante déca­das. El capi­ta­lismo solía depen­der de mante­ner a un gran número de traba­ja­do­res dispo­ni­bles para reali­zar trabajo indus­trial, en conse­cu­en­cia, no era posi­ble tratar la vida tan barata como se la trata hoy. A medida que la globa­li­za­ción y la auto­ma­ti­za­ción capi­ta­lis­tas han dismi­nuido la depen­den­cia de los traba­ja­do­res, la fuerza labo­ral global ha ido cambi­ando cons­tan­te­mente al sector de servi­cios, haci­endo un trabajo que no es esen­cial para el funci­o­na­mi­ento de la econo­mía y, por lo tanto, menos seguro y pagado, mien­tras que los gobi­er­nos se han vuelto cada vez más depen­di­en­tes de la violen­cia poli­cial mili­ta­ri­zada para contro­lar el males­tar y la ira.

Si la pande­mia se prolonga lo sufi­ci­ente, proba­ble­mente vere­mos más auto­ma­ti­za­ción (los autos auto-condu­ci­dos repre­sen­tan menos amenaza de infec­ción para la burgue­sía que los conduc­to­res de Uber) y los traba­ja­do­res despla­za­dos se divi­dirán entre las indus­trias de repre­sión (poli­cía, ejér­cito, segu­ri­dad privada, contra­tis­tas mili­ta­res priva­dos) y los traba­ja­do­res preca­rios que se ven obli­ga­dos a correr un gran riesgo para ganar unos cuan­tos centa­vos. Nos esta­mos acele­rando hacia un futuro en el que una clase privi­le­gi­ada conec­tada digi­tal­mente realice trabajo virtual en aisla­mi­ento, mien­tras un estado poli­cial masivo los protege de una subclase pres­cin­di­ble que asume la mayo­ría de los ries­gos.

Ya el multi­mi­llo­na­rio Jeff Bezos ha añadido 100 mil pues­tos de empleo en Amazon, previ­endo que su compañía va a dejar a comer­cios loca­les fuera del nego­cio. Del mismo modo, Bezos no dará a sus emple­a­dos de Whole Foods vaca­ci­o­nes paga­das a pesar del riesgo cons­tante que enfren­tan en el sector de servi­cios, aunque les dará un aumento de $ 2 hasta abril. En resu­men, toda­vía consi­dera que sus vidas no valen nada, pero admite que sus muer­tes debe­rían pagarse mejor.

En este contexto, es proba­ble que haya revu­elta. Es proba­ble que veamos algu­nas refor­mas soci­a­les desti­na­das a apla­car a la pobla­ción, al menos tempo­ra­les para miti­gar el impacto de la pande­mia, pero que llegarán junto con la violen­cia cada vez mayor de un Estado que nadie puede imagi­nar pres­cin­dir, en la medida en que se malin­ter­preta como el protec­tor de nues­tra salud.

De hecho, el Estado mismo es la cosa más peli­grosa para noso­tras y noso­tros, en la medida que nos impone una distri­bu­ción drás­ti­ca­mente desi­gual de los recur­sos que nos obliga a enfren­tar distri­bu­ci­o­nes de riesgo tan dese­qui­li­bra­das. Si quere­mos sobre­vi­vir, no pode­mos simple­mente exigir polí­ti­cas más equi­ta­ti­vas, también tene­mos que desle­gi­ti­mar y soca­var el poder del Estado.

Estra­te­gias para la Resis­ten­cia

Para dicho obje­tivo, conclui­mos unas cuan­tas estra­te­gias para la resis­ten­cia que ya están siendo ater­ri­za­das al suelo.

Huel­gas de arri­endo

En San Fran­cisco, el colec­tivo habi­ta­ci­o­nal Station 40 ha lide­rado el camino al decla­rar unila­te­ral­mente una huelga de alqui­le­res en respu­esta a la crisis:

La urgen­cia del momento exige una acción deci­siva y colec­tiva. Esta­mos haci­endo esto para prote­ger­nos y cuidar­nos a noso­tros mismos y a nues­tra comu­ni­dad. Ahora más que nunca, recha­za­mos la deuda y nos nega­mos a ser explo­ta­dos. No** lleva­re­mos la carga a los capi­ta­lis­tas. Hace cinco años, derro­ta­mos el intento de nues­tro propi­e­ta­rio de desa­lo­jar­nos. Gana­mos por la soli­da­ri­dad de nues­tros veci­nos y amigos en todo el mundo. Una vez más esta­mos llamando a esa red. Nues­tro colec­tivo se siente prepa­rado para el refu­gio en el lugar que comi­enza a medi­a­no­che en toda el área de la bahía. El acto de soli­da­ri­dad más signi­fi­ca­tivo para noso­tros en este momento es que todos hagan una huelga juntos. Te respal­da­re­mos, como sabe­mos que tendrás nues­tro respaldo**. Descansa, reza, cuídate el uno al otro”.

STATION 40 EN HUELGA

Para millo­nes de perso­nas que no podrán pagar sus cuen­tas, esto hace una virtud de la nece­si­dad. Innu­me­ra­bles millo­nes de perso­nas que viven de un sueldo a otro ya han perdido sus empleos e ingre­sos y no tienen forma de pagar el alqui­ler de abril. La mejor manera de apoyar­los es que todos vaya­mos a la huelga, haci­endo impo­si­ble que las auto­ri­da­des ataquen a todos los que no paguen. Los bancos y los terra­te­ni­en­tes no debe­rían poder seguir bene­fi­cián­dose de los alqui­le­res e hipo­te­cas cuando no hay manera de ganar dinero. Eso es sentido común.

La idea ya ha ido circu­lando de una vari­e­dad de formas distin­tas. En Melbourne, Austra­lia, la rama local de la IWW está promo­vi­endo un compro­miso con la huelga de arri­endo por el COVID-19Rose Caucusestá llamando a las perso­nas a que dejen de pagar el arri­endo, hipo­te­cas people to suspend rent, mort­gage, y el pago de servi­cios públi­cos durante el brote epidé­mico. En el Estado de Washing­ton, Sla huelga de arri­endo de Seattle está llamando a lo mismo. Inqui­li­nos de Chicago están amena­zando con una huelga de arri­endo junto a perso­nas de Austin y St. Louis. En Canadá, se está organ­zando en en TorontoKings­ton, y Montreal. Otroshan puesto a circu­lar docu­men­tos llamando a una huelga de arri­endo e hipo­teca.

Para que una huelga de arri­endo tenga éxito a nivel naci­o­nal, al menos una de estas inici­a­ti­vas tendrá que ganar sufi­ci­ente impulso para que un gran número de perso­nas esté segura de que no se quedarán en alto si se compro­me­ten a parti­ci­par. Sin embargo, en lugar de espe­rar a que una sola orga­ni­za­ción de masas coor­dine un ataque masivo desde arriba, es mejor que estos esfu­er­zos comi­en­cen a nivel de base. Las orga­ni­za­ci­o­nes centra­li­za­das a menudo se compro­me­ten temprano en el proceso de lucha, soca­vando los esfu­er­zos autó­no­mos que dan poder a tales movi­mi­en­tos. Lo mejor que podrí­a­mos hacer para salir de esta expe­ri­en­cia más fuerte sería cons­truir redes que puedan defen­derse inde­pen­di­en­te­mente de las deci­si­o­nes desde lo alto.

Huel­gas labo­ra­les y de trán­sito

Cien­tos de traba­ja­do­res en los asti­lle­ros atlán­ti­cos en Saint-Nazaire se decla­ra­ron en huelga ayer. En Finlan­dia, los conduc­to­res de auto­bús se nega­ron a reci­bir pagos de los conduc­to­res para aumen­tar su segu­ri­dad frente al conta­gio y protes­tar contra los ries­gos a los que están expu­es­tos, lo que demu­es­tra en el proceso que el trans­porte público podría ser gratuito.

Si alguna vez hubo un buen momento para que la clase traba­ja­dora en apuros y preca­ria mostrara fuerza a través de huel­gas y paros labo­ra­les, este es el momento. Por una vez, gran parte de la pobla­ción en gene­ral simpa­ti­zará, ya que la inter­rup­ción de los nego­cios como de costum­bre también puede dismi­nuir el riesgo de propa­ga­ción del virus. En lugar de tratar de mejo­rar las circuns­tan­cias indi­vi­du­a­les de emple­a­dos parti­cu­la­res a través de aumen­tos sala­ri­a­les, cree­mos que lo más impor­tante es cons­truir redes que puedan inter­rum­pir los nego­cios como de costum­bre, inter­rum­pir el sistema en su conjunto y apun­tar hacia la intro­duc­ción revo­lu­ci­o­na­ria de formas alter­na­ti­vas de vida y de rela­ci­o­nar­nos. En este punto, es más fácil imagi­nar la aboli­ción del capi­ta­lismo que imagi­nar que incluso en estas circuns­tan­cias, podría refor­marse para satis­fa­cer todas nues­tras nece­si­da­des de manera justa y equi­ta­tiva.

Revu­el­tas carce­la­rias

Revu­el­tas en prisi­o­nes brasi­le­ras e itali­a­nas ha resul­tado en una serie de fugas, incluso en fugas masi­vas. El coraje de estos prisi­o­ne­ros debe­ría recor­dar­nos a todas las pobla­ci­o­nes obje­tivo que se manti­e­nen fuera de la vista pública, que son los que más sufrirán durante catás­tro­fes como esta.

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También nos puede inspi­rar a: más que obede­cer órde­nes y mante­ner­nos ocul­tas y ocul­tos, a medida que el mundo entero se convi­erte en una matriz de celdas carce­la­rias, pode­mos actuar colec­ti­va­mente para fugar­nos.

Lectura Adici­o­nal (en inglés)

Ten Premi­ses for a Pande­mic—“Una pande­mia no es una colec­ción de virus, es una rela­ción social entre perso­nas, medi­ada por virus”A pande­mic isn’t a collec­tion of viru­ses; it is a social rela­tion among people, medi­a­ted by viru­ses.”

Ask a Diffe­rent Ques­tion: Reclai­ming Auto­nomy of Action during the Virus

Mono­lo­gue of the Virus: “Vine a parar la máquina cuyo freno de emer­gen­cia no se pudo encon­trar”