“Es cierto: robo a los editores para dárselo a los científicos”

Como cual­quier pirata informá­tico que se respete, no deja huellas y huye de los focos. La Robin Hood de la cien­cia inter­na­ci­o­nal tiene 28 años, se llama Alexan­dra Elbakyan, es de origen kazajo y licen­ci­ada en informá­tica. Y, sobre todo, es una pirata informá­tica que lucha por el libre acceso univer­sal a los estu­dios cien­tí­fi­cos, y está consi­de­rada la here­dera de Aaron Swartz, el cofun­da­dor de Reddit




Alexandra Elbakyan, fundadora de Sci-Hub.
Alexan­dra Elbakyan, funda­dora de Sci-Hub. APNEET JOLLY/FLICKR



Noti­cia extra­ída de: http://elpais.com/elpais/2017/02/06/cien­cia/1486399819_243966.html



Como cual­quier pirata informá­tico que se respete, no deja huellas y huye de los focos. La Robin Hood de la cien­cia inter­na­ci­o­nal tiene 28 años, se llama Alexan­dra Elbakyan, es de origen kazajo y licen­ci­ada en informá­tica. Y, sobre todo, es una pirata informá­tica que lucha por el libre acceso univer­sal a los estu­dios cien­tí­fi­cos, y está consi­de­rada la here­dera de Aaron Swartz, el cofun­da­dor de Reddit

Cinco gigan­tes edito­ri­a­les —Reed Else­vier, Spring, Wiley, Black­well, Sage y Taylor&Fran­cis— publi­can la mitad de los estu­dios reali­za­dos en todas las univer­si­da­des del mundo. Y los blin­dan, como “sheriffs de Notting­ham”, dice, tras costo­sas barre­ras de pago —hasta 40 dóla­res por artí­cu­lo—­que impi­den la consulta a estu­di­an­tes e inves­ti­ga­do­res sin recur­sos. La solu­ción que Alexan­dra lanzó en 2011 es Sci-Hub.cc: un sitio que ofrece gratis todo tipo de estu­dios. Ahora la revista Nature, a pesar de que en teoría es su enemiga, la ha incluido en la lista de las 10 perso­nas más impor­tan­tes para la cien­cia en 2016. 

Pregunta: ¿Cómo nació Sci-Hub?

Respu­esta: En 2009, para hacer mi tesis, tenía que consul­tar una trein­tena de estu­dios. Todos eran de pago, con el acos­tum­brado precio medio de 30 dóla­res cada uno. Era dema­si­ado para mí, así que me dirigí a la Red: ya había descar­gado gratis libros técni­cos de pági­nas pira­tas y pensaba que podría hacer lo mismo con los estu­dios. En reali­dad no era tan fácil. Me encon­tré con una comu­ni­dad de pira­tas, donde me expli­ca­ron cómo evitar las barre­ras de pago. Y en un par de años lancé Sci-Hub. 

P: ¿Cómo funci­ona?

R: Si intro­du­ces el código iden­ti­fi­ca­tivo del estu­dio que nece­si­tas, Sci-Hub lo busca en la base de datos LibGen, que conti­ene ya 62 millo­nes de estu­dios pira­tas. Si el estu­dio toda­vía no está allí, lo recu­pe­ra­mos del sitio al que perte­nece utili­zando las creden­ci­a­les de inves­ti­ga­do­res que las han puesto a nues­tra dispo­si­ción. 

P: Hay quien sosti­ene que está perju­di­cando a la cien­cia: el dinero que recau­dan los edito­res cien­tí­fi­cos sería vital para el sistema.

R: Es falso. Desde luego, publi­car un estu­dio tiene costes, pero muchos de los auto­res no ganan nada, se confor­man con el pres­ti­gio de las revis­tas. Hay incluso estu­dios de hace 10 o 20 años que toda­vía hoy solo se pueden consul­tar previo pago. ¿Cómo es posi­ble? La verdad es que los bene­fi­cios obte­ni­dos medi­ante el acceso restrin­gido son mucho más eleva­dos de lo que sería nece­sa­rio para cubrir los costes de publi­ca­ción: solo Else­vier gana apro­xi­ma­da­mente 130 millo­nes al año. 

P: ¿Cuál es la reac­ción de los cien­tí­fi­cos ante su trabajo?

R: Ninguno se ha quejado de que sus estu­dios estu­vi­e­ran dispo­ni­bles en Sci-Hub. Al contra­rio, se reco­noce lo que hace­mos, que bene­fi­cia también a la Univer­si­dad. Incluso la de Harvard, la más rica del mundo, ha admi­tido que ya no puede hacer frente a los precios que impo­nen los edito­res para que sus inves­ti­ga­do­res puedan acce­der a los artí­cu­los. 

P: ¿Cuál es su límite?

R: Sobre todo en los meses en que los acce­sos creci­e­ron más, el sitio se caía por el exceso de tráfico, hasta el punto de que algu­nos me pidi­e­ron que ofre­ci­era un acceso de pago a Sci-Hub para limi­tar el número de usua­rios. Me pare­ció algo muy irónico. 

P: ¿Cómo se defen­derá de los plei­tos de los edito­res?

R: Mis servi­do­res están en Rusia. En Esta­dos Unidos no tengo nada, de modo que no hay nada de qué incau­tarse.