"Zorra, mora, gorda, morirás": el ciberacoso a mujeres con perfil público

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Notícia de Núria Marrón en el periódico y disponible aquí:

https://www.elperiodico.com/es/cuaderno/20201122/gorda-zorra-mora-moriras-ciberacoso-mujeres-public…

Es obvio que el acoso en redes no es patrimonio exclusivo de las mujeres, pero sí es cierto que el hostigamiento a figuras con proyección pública, ya sean políticas, periodistas, activistas o artistas, va asociado a munición machista impune y a menudo altamente virulenta. Sus grandes detonadores suelen ser las cuestiones relacionadas con el género, la raza y las agresiones sexuales, y su objetivo, el "disciplinamiento" y la "expulsión del discurso público" , coinciden afectadas e investigadoras académicas, que alertan del gran desentendimiento de instituciones y plataformas. Ante esta indefensión, en el 62% de los casos, las mujeres o se han autocensurado o han rebajado su perfil público. Además, en el 2018, un estudio de Amnistía Internacional reveló que el 41% de las usuarias de Twitter entrevistadas había sentido alguna vez que su integridad física peligraba. Hablamos con tres mujeres que conviven con el acoso cotidiano sobre su impacto y estrategias para contrarrestarlo.

 

Itziar Castro. Actriz

"Lo que en realidad les molesta es que existas"

La última tormenta documentada que se cernió sobre Itziar Castro fue a propósito de la publicación, el pasado septiembre, de un desnudo artístico. Ella, familiarizada con el insulto y el 'bullying' desde muy pequeña, sabía bien que la imagen "iba a cabrear" a sus hordas de 'haters', tan previsibles ellos siempre en sus fobias. No falló en el pronóstico.

"Cuando vives fuera de la norma o de lo que se considera 'lo correcto' recibes un acoso constante por parte de aquellos a los que directamente les molesta tu mera existencia". En su caso, explica, los reproches siempre suelen "disfrazarse" tras la mascarada de la salud. Que si el sobrepeso la va a matar, que como puede mostrarse siendo "tan insana", que si está costando mucho dinero a la sanidad pública. Aunque cabe decir que desde el flanco 'hardcore' se le ha llegado a decir que no se puede ni suicidar porque sus kilos harían rompería la soga de la que se debería colgar.

"Más allá de esto, lo que en realidad están diciendo es que estarían muy contentos si yo me quedara en casa y desapareciera, porque lo que les molesta es que ejemplifique que se puede ser feliz siendo diferente".

Las 'diferencias' de Castro son varias. Está la talla, sí, pero también el discurso político y la orientación sexual. "Tengo varios frente abiertos y por todos te atacan", asegura con ironía. Sin embargo, asegura que la hostilidad, vieja conocida suya, no le hace recular. "Al contario: en lugar de restarme, me suma, porque cuanto más me dicen que una cosa no debo hacerla, más ganas tengo de mostrarme como soy: desnuda, gorda, lesbiana y feminista".

¿Y su mejor antídoto contra el acoso? Echar luz sobre los hostigadores. "Cuanto más visibles se hacen, más fácil resulta combatir el odio".

Irantzu Varela. Periodista

"Tras el acoso hay dinero, organización y objetivos"

Hará algo más de un año que la periodista y activista feminista Irantzu Varela vivió una época "terrible" incluso para ella, tan "acostumbrada a la amenaza y el insulto diario" desde que en el 2015 se estrenó en el charco del odio: fue colgar su primer vídeo en Youtube y recibir su primera amenaza de muerte.

El caso es que en octubre del año pasado su lugar de trabajo amaneció con pintadas con su nombre y apellido que venían a decir aquello de que "sabemos dónde estás". Y, al mismo tiempo, su número de móvil apareció publicado en Twitter, donde permaneció durante semanas ante la imposibilidad de poder borrarlo. Aquello, imaginarán, fue un festival de barbaridades: la suplantaron en páginas de contactos sexuales y su móvil se convirtió en destinatario de todo tipo de llamadas, fotos de penes e imágenes "salvajes" de pornografía infantil.

Pasar del hostigamento en Twitter al acoso tanto a pie de acera como a través del móvil supuso, admite, un salto de escala. "Todo coincidió en el tiempo, no sé si darles el mérito de que fuera un plan, pero creo que está claro que tras el hostigamiento hay dinero, organización y objetivos políticos. La violencia machista es disuasoria, porque con ella nos intentan acallar a todas".

Cuando denunció los hechos comprobó con asombro el desconocimiento mayúsculo de la policía sobre el asunto. Y aunque le afecta comprobar cuánto odio genera, asegura que el apoyo y el afecto recibido por las compañeras le ha ayudado a no recular un centímetro. "No soy valiente ni osada, pero el miedo no es algo que me pueda permitir. Siento que formo parte de un proyecto colectivo y, para mí, decir lo que pienso es un acto político y vital".

Míriam Hatibi. Consultora y activista

"Cuanto más visible eres, más violento es el ataque"

 

A estas alturas de convivencia con el insulto y el acoso, la  activista y consultora de comunicación Míriam Hatibi tiene clara la ecuación.  "Cuanto más visible eres, más violento es el ataque". Tras algunos años viviendo en primera línea el fenómeno, Hatibi, activista feminista y antirracista, distingue entre a/ aquellos perfiles que tienen una fijación asfixiante con su figura pública y cuyo objetivo, señala, es que "que dejes de opinar", y b/ las tormentas que a menudo llegan procedentes de cuentas que "hasta ese momento quizá ni sabían que existías" pero que con toda probabilidad se "han coordinado en foros en los que se ha pasado un pantallazo de algún tuit que has hecho".

En su caso, los insultos recurrentes sobre la sexualidad, la capacidad o la apariencia física -ese socorrido campo semántico capitaneado por el dúo zorra/puta- se alternan, sobre todo, con los derivados de su origen migrante y su confesión religiosa. Vuelve a tu tierra. Tu familia es terrorista. "También suelen decirme si ya he pedido permiso a mi padre o mi marido para opinar, jugando la carta de la presunta opresión femenina de la cultura islámica". Tanto es así que, cuando detecta que un tuit suyo se está viralizando, cambia su foto de perfil, en la que aparece con velo, por una más genérica para evitarse los "mora" y el "asedio que, si no, llegaría por ese frente".

Los mayores detonadores del trolleo a gran escala, afirma, suelen ser denuncias concretas sobre los privilegios que reporta el machismo o el racismo. Y aunque, admite Hatibi, el hostigamiento le ha pasado factura emocional y en ocasiones también le ha llevado a la autocensura, cree que el mejor cortafuegos es el apoyo mutuo con otras activistas y el colchón afectivo que le brindan "las amistades de toda la vida".