Desde hace años, colectivos ciberfeministas y expertas trabajan para poner sobre la mesa la relevancia de las violencias machistas digitales en el mundo actual y su carácter patriarcal, colonial y capitalista
La sociedad digital es, hoy en día, parte central de nuestras vidas. Interfiere en cómo estudiamos, cómo trabajamos, y también cómo nos queremos y nos relacionamos con los otros. Nos es casi imposible pensar en una relación con nuestros círculos sociales sin el papel de las redes sociales o las aplicaciones de mensajería entremedio. Sin embargo, este entorno digital no está libre de género y, por tanto, tampoco de violencia machista. Solo hay que preguntarnos si conocemos casos donde se han compartido fotografías íntimas sin consentimiento, sufrido acoso de una expareja a través del Whatsapp o el correo electrónico, o insultado a mujeres o personas LGTBIQ+ en Twitter. Todas estas situaciones son ejemplos de violencia, y seguramente muchas hemos vivido alguna, sea hacia nosotras o a otras compañeras.
Desde hace años, colectivos ciberfeministas y expertas trabajan para poner sobre la mesa la relevancia de las violencias machistas digitales en el mundo actual y su carácter patriarcal, colonial y capitalista. El colectivo de Donestech, la Red de Autodefensa Feminista Online, Pikara Magazine, las ciberactivistas Eva Cruells, Nuria Vergés, y muchas otras, nos advierten que el mundo digital también es real, y, por ende, debe tratarse como tal en el marco de las políticas públicas, en su incorporación al circuito de atención a las violencias machistas, en el ámbito judicial, en las escuelas, etc.
La encuesta realizada por Donestech en 2019 a 278 mujeres y personas no binarias que participaban en el espacio digital y que estaban sufriendo, o habían sufrido, algún tipo de violencia machista digital, señalaba que un 70% habían sufrido 2 o más formas de violencia digital. Casi el 55% de las encuestadas afirmaban haber sufrido expresiones o insultos discriminatorios o denigrantes (puta, zorra, bollera, sudaca, etc.) y la mayoría indicaban afectaciones psicosociales y físicas. Por otro lado, una investigación de la Universidad de Vic, impusada por Calala Fondo de Mujeres, sobre la violencia machista en Twitter en 2021, concluye lo que muchas activistas denuncian desde hace tiempo: estas violencias se entrecruzan con otros ejes de discriminación, como el racismo o el capacitismo, en una red de intersección de odios. También concluye que los tuits sobre feminismo y racismo son los que más odio despiertan contra las activistas, y hablan de un acoso colectivo en "jauría", que se perfila como una de las principales características de las agresiones en el ámbito digital. Entenderemos fácilmente este concepto si pensamos en cómo, habitualmente, un insulto machista en Twitter va seguido de decenas o centenares más en un corto periodo de tiempo.
Según el informe elaborado por la abogada feminista Laia Serra junto con Pikara Magazine, sobre la violencia machista digital: "en el ámbito europeo, todavía no se ha conceptualizado plenamente ni se ha legislado en contra. Los pocos estudios disponibles aseguran que las mujeres y las niñas constituyen el objetivo de ciertas formas de ciberviolencia en una proporción muy superior a la de los hombres, que enfrentan amenazas específicas y que los efectos de estas son más traumáticos para ellas."
Las violencias machistas en el ámbito digital tienen unas características específicas por su formato que se hacen difíciles de gestionar sin herramientas de seguridad digital, autodefensa feminista y empoderamiento tecnológico. Como explica Donestech, son violencias estructurales que funcionan muchas veces desde el anonimato, que permiten la repetición constante, día y noche, y la inmediatez de los mensajes desde cualquier parte del mundo. Muchas veces no son solo digitales, sino que hablamos de un continuum online-offline: lo que se inicia en el mundo presencial traspasa al digital, y también a la inversa. Estas violencias evolucionan rápidamente, hecho que hace difícil adaptarse y protegerse, además de que se dan en plataformas gobernadas por grandes empresas que no siempre tienen como interés hacerles frente. Hacen falta acciones más contundentes por parte de gobiernos e instituciones para que estas empresas pongan en el centro los Derechos Humanos.
De todo el esfuerzo y trabajo previo de diversos colectivos y entidades ciberfeministas nace el proyecto FemBloc, formado por Alia y Donestech, Calala Fondo de Mujeres, Fundació SURT, la Universitat de Barcelona y las expertas Laia Serra i Alex Haché. FemBloc es una iniciativa feminista e interseccional para el desarrollo de un modelo de abordaje de las violencias machistas digitales en Cataluña, que surge de la necesidad de tener servicios especializados que den cobertura a esta problemática.
Un elemento innovador del proyecto es la creación de una HelpLine, o línea de atención, – también llamada FemBloc – que se pondrá en marcha a través de un piloto en 2022. Esta línea dará atención y apoyará a personas que hayan vivido violencias machistas digitales y que necesiten asesoramiento o acompañamiento, a través de diferentes canales de contacto. El apoyo se hará desde un enfoque holístico, incorporando la perspectiva psicosocial, legal y de seguridad digital a los acompañamientos. Otro elemento clave del proyecto es la formación a profesionales y activistas (profesorado, servicios de atención a las violencias machistas, operadores jurídicos, organizaciones de base, etc.) que están en primera línea y que son claves en la detección y el acompañamiento ante estas violencias.
En la estela del 25N, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, no podemos olvidarnos de las consecuencias, a veces trágicas, de las violencias machistas; también de las digitales. Sin olvidar nunca cómo se entrecruzan con otras violencias que enfrentan colectivos como mujeres migrantes, LGTBIQ+, personas con discapacidad, etc. Tenemos la obligación de construir, en bloque, una red de apoyo que diga "No estás sola", tampoco en el mundo digital. FemBloc es una propuesta que surge de esta voluntad, que quiere ocupar los espacios digitales para hacerlos feministas, y seguir trabajando para que, mientras sigan existiendo violencias en Internet, todas tengamos herramientas y apoyo para poder hacerles frente y superarlas.
Autora: Anna Domínguez
Responsable de programas de Calala Fondo de Mujeres
Foto: EFE/ Fernando Alvarado/ Archivo